La científica invisible que fue tan brillante como el sol
Hay mujeres en la historia que lograron abrirse camino en el mundo de la ciencia y concretaron valiosos objetivos. Una de ellas fue Hisako Koyama, una astrónoma japonesa que se centró en el estudio de las manchas solares y nos dejó un legado comparable al de Galileo Galilei.
Un aporte que contempla 40 años
En la actualidad, un grupo de científicos ha tratado de descubrir cuántas manchas solares ha visto la humanidad desde 1610 (cuando se registró la primera observación) y han publicado los hallazgos en la revista Space Weather de la American Geophysical Union.
En este repaso de años de observaciones históricas y el trabajo de grandes figuras como Galileo Galilei, Pierre Gassendi y Rudolf Wolf, los científicos se encontraron con el trabajo de Hisako Koyama.
Recordemos que la recopilación de los registros de manchas solares es importante, porque permite a los científicos comprender mejor la actividad magnética del Sol y su cambio en el tiempo. Y gracias a los registros de la astrónoma aficionada, los científicos pudieron cubrir una brecha temporal de nada más y nada menos que 40 años.
Pero, ¿qué son las manchas solares?
Las manchas solares son fenómenos transitorios, de tamaños variables, que se observan en la superficie del Sol, y se pueden durar días o meses. Se trata de regiones que emiten menos luz que la superficie que las rodea.
Galileo es el principal referente en lo que respecta a manchas solares, aunque muchos científicos los han registrado, incluso los chinos lo han hecho desde el 346 a. C.
Entonces, ¿qué sabemos de Hisako Koyama?
Koyama logró graduarse de una escuela secundaria de Tokio en la década de 1930, una hazaña inusual en su época, ya que entonces las mujeres no solo carecían del derecho al voto, sino que además se las alentaba a tener más bebés para aumentar la población.
En este marco, la afición de Hisako la llevó por el camino menos transitado: la astronomía. Construyó su propio telescopio y, al mes de sus primeras observaciones, pudo registrar sus primeras manchas solares en 1944. Tomando coraje y sabiendo que sus registros eran importantes, envió sus descubrimientos por correo al profesor Issei Yamamoto, presidente de la sección solar de la Asociación Astronómica Oriental, quien le confirmó que sus registros eran manchas solares.
Con ese primer gran avance, se dedicó de lleno a la astronomía. Fue contratada como observadora del personal en el Museo de Ciencias de Tokio hasta su retiro en 1981. En todo ese tiempo, logró registrar miles de grupos de manchas solares, incluida la mayor mancha solar del siglo XX.
Hasta su último respiro, Koyama fue una gran apasionada por la astronomía y organizó eventos y seminarios para el público. Su gran trabajo le permitió hacer más de 10 mil bocetos y estar hoy entre algunos de los astrónomos más reconocidos.
Muy pocos conocemos la historia de esta astrónoma aficionada que logró hacer increíbles observaciones para su tiempo y que son útiles hasta el día de hoy. Pero es tiempo de que la volvamos visible. A fin de cuentas, su aporte fue tan brillante como su objeto de estudio.
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