Ciencia y Tecnología

Extremófilos: Cómo es la vida en un volcán bajo el mar

15 Ago 2012 – 05:00 AM EDT
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La vida siempre se las arregla para ocurrir en los lugares más inhóspitos e inimaginables. Especialmente si se trata del mundo submarino, tan misterioso para nosotros, los humanos.

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En esta ocasión, un equipo de científicos de la universidad de Massachusetts comandado por el microbiólogo James Holden, han realizado estudios sobre la vida de ciertos microbios en los volcanes submarinos.

¿Cuáles son las condiciones en los volcanes submarinos?

Como es de esperarse, los volcanes , tanto submarinos como terrestres, presentan condiciones realmente hostiles para el desarrollo de la vida.

Los volcanes submarinos son fisuras en la tierra por las cuales se libera magma, gases y material volcánico en general. Las temperaturas en las zonas donde se encuentran volcanes son extremadamente altas (James Holden ha registrado temperaturas de más de 350°C), no hay luz solar ni oxígeno, y hay niveles muy elevados de ácido sulfhídrico y metano.

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¿Quién puede vivir bajo estas condiciones?

Aunque parezca increíble, hay seres que nacen, se desarrollan y mueren bajo estas condiciones extremas. Son microorganismos extremófilos (es decir, amantes de los extremo), que son designados así por tener la cualidad de vivir en condiciones bajo las que prácticamente ninguna forma de vida puede existir. Hay muchísimas clases de microorganismos extremófilos.

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Los habitantes de los volcanes son fundamentalmente organismos metatógenos; éstos inhalan hidrógeno y dióxido de carbono y producen metano, en un ambiente anaeróbico (es decir, carente de oxígeno).

También son organismos termófilos, los cuales se desarrollan en temperaturas superiores a los 80°C. Un hábitat así resultaría en la muerte de cualquier individuo perteneciente a la mayoría de las especies.

Las implicancias de estas investigaciones

El descubrimiento de esta clase de organismos es relativamente reciente. Pero, según los investigadores dedicados al tema, podría tener importantes consecuencias. En principio, el fin del estudio en sí mismo, es el de conocer nuevas formas de vida a partir de los lugares que habitan. A partir de ello, estiman que podrían llegar a predecir en qué clase de planetas puede haber vida.

Es interesante que se desarrolle esta cuestión en un momento clave para la ciencia espacial, dado que hace tan sólo unos días que ha aterrizado exitosamente en Marte el robot Curiosity, una de cuyas misiones es recolectar información que eche luz sobre las posibilidades de vida en ese planeta (o, al menos, si ha albergado vida en el pasado).

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Pero más allá de cualquiera de las elucubraciones futuras, la misma existencia de estos maravillosos microorganismos parece casi salida de un cuento de ciencia ficción. Los hay de muchas clases y que desarrollan su plenitud en ambientes de lo más extravagantes (y hostiles). Y parece que así lo han venido haciendo desde hace millones de años, puesto que su mejor defensa contra la depredación es su mismo hogar.

Y a pesar de ser los reyes en su mundo, se mantienen siempre en un equilibrio estable como la misma tierra. Esperemos que se conviertan en un modelo de vida para los humanos, al final de cuentas, enseñanzas enormes pueden venir de los seres más diminutos.

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