Este extraño síndrome hace que las personas con perdida de la visión puedan "ver" imágenes

Una de cada 10 personas con una pérdida significativa de la visión sufre de alucinaciones visuales. Este extraño padecimiento se conoce científicamente como el Síndrome de Charles Bonnet, en honor al filósofo y naturalista suizo del mismo nombre, quien describiera la condición por primera hace más de 250 años.
¿Qué sucede con este síndrome y cuáles son sus características?
Vale aclarar que las alucinaciones psicóticas son muy diferentes a las alucinaciones provocadas por este síndrome. Las alucinaciones psicóticas son producto de enfermedades mentales serias como la esquizofrenia o el efecto de las drogas o medicamentos.
Las alucinaciones psicóticas, como cualquier tipo de alucinación, son visiones vívidas que no son producto de la imaginación de la persona. Tienen una desconección con la realidad pero generalmente tienen una conexión con la psiquis de la persona que las sufre y pueden atormentar emocionalmente al paciente.

En el caso del Síndrome de Charles Bonnet, las alucinaciones no tienen ninguna conexión con el pasado, las memorias, los traumas o las emociones. Las visiones más comunes que estos pacientes experimentan son rostros (a menudo distorsionados con dientes y ojos muy grandes), edificios o paisajes, figuras geométricas, letras que forman palabras ilegibles y caricaturas.
Para que estas alucinaciones ocurran, la persona debe haber perdido al menos un 50% de la visión. Estamos hablando de enfermedades como cataratas, diabetes, glaucoma, degeneración macular, entre otras enfermedades que conllevan a la pérdida de visión debido a un daño severo en los ojos y no en el cerebro. Los episodios ocurren cuando la persona está en estado de alerta tranquila, es decir, mientras está despierto pero relajado o en estado pasivo, viendo la televisión, escuchando música, o alguna actividad similar.
¿Qué causa estas alucinaciones?
Sucede que después de una pérdida considerable de la visión por dichas causas, la región del cerebro que procesa la visión, el lóbulo occipital, deja de recibir estímulos visuales desde los ojos. Una respuesta natural a este proceso puede ser un aumento de la excitabilidad en esta área, como mecanismo para compensar un estímulo pobre en un intento del cerebro por mantener sus funciones. Este aumento de excitabilidad hace que las neuronas del centro visual produzcan las imágenes o alucinaciones de una manera inesperada e independiente a los pensamientos de la persona que las experimenta.
A través de estudios con tomografías computarizadas, los científicos han registrado que las imágenes que la persona ve dependen específicamente de las neuronas que se activen en el lóbulo occipital durante el episodio. Por ejemplo, si la persona ve rostros, las neuronas que procesan la visión de los rostros son las que se activan durante ese episodio. La distorsión de las figuras vistas sucede debido a una hiperactividad en dichas neuronas. Lo mismo sucede con cada tipo de alucinación.
Entonces, la siguiente pregunta sería:
¿Por qué solo un 10% de las personas con pérdida de visión tiene el Síndrome de Charles Bonnet?
Hasta el momento, la ciencia no tiene una respuesta clara para ello, pero existe una hipótesis. Se piensa que la hiperexcitabilidad del lóbulo occipital es tan solo uno de los muchos mecanismos que pudieran existir para compensar la pérdida de visión. Otras personas pudieran experimentar otras adaptaciones o respuestas menos notables.
Tampoco se sabe a ciencia cierta si este 10% que experimenta el síndrome posee alguna predisposición genética para reaccionar con dicha excitabilidad en el centro visual del cerebro.
Tristemente, muchas de las personas con este síndrome nunca reportan las alucinaciones por temor a ser tomados por locas, pero lo más importante es que las alucinaciones no producen ninguna consecuencia negativa en la mayoría de los casos. De hecho, 1 de cada 10 personas con este síndrome reporta placer al alucinar, ya que estas les recuerdan lo que solían ver y les permiten experimentar la visión nuevamente.
Para aquellos que prefieren no alucinar, existen técnicas muy sencillas para neutralizarlas. Ejercicios simple como iniciar una conversación o ponerse a hacer alguna actividad pueden interrumpirlas, aunque no pueden prevenir la reaparición de estas.
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