Enseñando empatía: cuando el juego es una herramienta contra la intolerancia

Es fácil notar hoy en día, más allá de las razones, cómo las personas se han vuelto más individualistas: gente a la defensiva, encerrados en su propio mundo, como si lo único que importase en el mundo es lo que ocurre en su pequeño círculo (y algunas culturas más que otras). Y que no venga nadie a decir que es culpa de los smartphones; es de quién los usa.

Pero, también somos testigos a través de videos y experimentos sociales publicados en Internet de que la compasión y la empatía no se han extinguido. Y esta iniciativa muestra que hay quienes no se rinden y buscan hacer hacer la diferencia, de la mano de la educación y del juego.

Victoria y Jackie son quienes llevan adelante este proyecto colaborativo que pretende transmitir de forma lúdica los valores de la solidaridad, valentía, tolerancia, respeto y amor. ¿Cómo? A través de algo tan sencillo como una muñeca de trapo.

The Doll Kind: jugando contra la intolerancia

Con el proyecto The Doll Kind,  buscan “ impulsar e inspirar a una generación de niños para crear un mundo más amable, un corazón a la vez”.

Se trata de una colección de 3 muñecas llamadas Esperanza, Gracia y Justa, que vienen con una bolsita llena de fichas en forma de corazón, que tienen inscritas en su interior la frase “ Comparte el amor”. La idea es que los pequeños, tanto niños como niñas, puedan jugar con ellas, y no es solo que se diviertan, sino que le entreguen una de estas piezas a una maestra, a un vecino, mesero o anciano en el parque, para recordarle que hay muchas cosas buenas que dar.

La iniciativa impulsada por estas mujeres no solo se queda allí, sino que con cada muñeca vendida, The Doll Kind recoge fondos para organizaciones que ayudan a niños de pocos recursos, un buen gesto que refuerza a tan buena iniciativa.

Esta es una iniciativa que busca  educar a los hombres y mujeres del mañana, pero de poco sirve si en casa no hay adultos que le expliquen a los niños lo importante que es compartir, escuchar y dar una mano amiga, y a su vez, que los niños vean esto como algo divertido y no algo “sonso”, o “nerd”, o “poco cool”.

Tenemos ahora un poquito más de fe en la humanidad. El cambio está en nosotros.