Seguramente habrás escuchado hablar del llamado fenómeno de El Niño o ENSO ( El Niño-Southern Oscillation, en inglés), un fenómeno cíclico que ocurre regularmente en ciclos de entre tres y ocho años en la zona intertropical del océano Pacífico, muy cerca de las costas de América del Sur.
Este anomalía oceanográfica y meteorológica es capaz de desestabilizar el clima global, por lo que es rigurosamente estudiado por lo científicos en todo el mundo, que intentan no solo predecir con mayor exactitud cuándo ocurrirá el próximo evento, sino también que intensidad alcanzará.
¿Por qué se llama El Niño?
Este nombre popular de El Niño se debe a los pescadores del norte de Perú. Ellos observaban que cada cierto tiempo las frías aguas de la corriente de Humboldt, que baña las costas de esta región, se calentaban durante las fechas navideñas, provocando que los bancos de peces de los cuales vivían desaparecían amenazando peligrosamente su medio de subsistencia. A este evento le llamaron “ Corriente de El Niño”, ya que lo relacionaron a la Navidad y el nacimiento del niño Jesús.

¿Qué es El Niño?
ENSO es básicamente un cambio en los patrones normales de movimiento de las corrientes marinas como consecuencia de una superposición de las aguas cálidas procedentes del norte del ecuador sobre las heladas aguas de la corriente de Humboldt. Este movimiento de mareas tiene su explicación en el movimiento rotacional de la Tierra y el debilitamiento de los vientos alisios del este, que guían a las grandes corrientes oceánicas superficiales.
Es un fenómeno de intensidad y duración muy variables, pudiendo durar desde unos pocos meses hasta más de un año y, en dependencia de esto, sus consecuencias pueden ser igualmente variables.
Consecuencias del fenómeno El Niño
Esta anomalía ha sido asociada a graves trastornos climatológicos y de diversos tipos alrededor de todo el mundo, pero sobre todo en los países con costas al océano Pacífico, aunque en el Atlántico también se sienten sus efectos.
El cambio de las condiciones normales del océano, entre ellas la disminución del contenido de oxígeno, causa la migración de especies de interés pesquero y a veces su reemplazo por otras menos comunes. Esto provoca a su vez alteraciones en las comunidades de aves y otros organismos y, por supuesto, daños económicos millonarios al verse seriamente afectadas las pesquerías, principal renglón económico de muchas regiones.
Otra consecuencia es el debilitamiento del Anticiclón del Pacífico, lo cual provoca abundantes precipitaciones en amplias regiones, causando graves afectaciones y provocando no pocas veces víctimas mortales entre las poblaciones más vulnerables. En el Atlántico y el Caribe, sin embargo, se ha asociado a una disminución del número de huracanes, lo cual podría verse como algo positivo, aunque si tenemos en cuenta que también puede provocar largas y desastrosas sequías que arruinan los cultivos, así como la activación explosiva de frentes de tormentas severas, vemos que sus efectos no pueden calificarse precisamente de benévolos.
¿El Niño vs La Niña?
El fenómeno conocido como La Niña es justo lo contrario de El Niño y es considerada en ocasiones la fase fría del mismo evento. En este caso lo que ocurre es una intensificación del régimen de vientos alisios del este, provocando que la temperatura superficial del mar, en lugar de calentarse, se enfríe considerablemente.
Las anomalías que experimenta el clima global con este episodio son radicalmente opuestas a las del ENSO, pero este último ocurre con más frecuencia, y entre 1950-1998 según la NOAA ocurrieron 12 fenómenos de El Niño y solo 9 de La Niña.
¿Conoces algún evento de El Niño que haya sido particularmente intenso y destructivo?