El mar: la víctima más vulnerable de la explotación humana
Es alentador que la ciencia y la tecnología hayan alcanzado tal desarrollo que el ser humano pueda llegar a lugares tan recónditos como los fondos marinos o las regiones árticas. Este enfoque positivo bien pronto puede tornarse en preocupación si tenemos en cuenta que de la mano del conocimiento científico ha venido también la explotación de los recursos naturales.
Actualmente se considera que los océanos son las zonas del planeta con mayor impacto nocivo generado por el ser humano, y esta afectación continuará in crescendo. Tanto el aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera como los acelerados cambios climáticos ejercerán un efecto negativo en los habitantes de las profundidades marinas, tanto flora como fauna.
Como el fondo del mar aparece oculto a la vista no se le ha tenido en cuenta. De este modo, el hombre ha arrojado a los océanos extraordinarias cantidades de basura y residuos tóxicos a lo largo de su existencia. Si bien se han establecido regulaciones que castigan este hecho, las consecuencias del pasado son demasiado devastadoras como para que se detengan. No se sabe a ciencia cierta cuán terrible pueda ser el impacto causado en los organismos vivos que pueblan las profundidades.
Los distintos contaminantes como el plástico, se suman a los fondos marinos y se degradan en sustancias que los animales pueden ingerir. El mercurio, el plomo y las dioxinas se han acumulado históricamente en los sedimentos y organismos de las aguas profundas. Ahora mismo la mayor afección proviene de la pesca indiscriminada, pero se prevé que en el futuro los océanos se acidifiquen y cambie el clima, conduciendo ello a aumentos de la temperatura y a alteraciones de la circulación oceánica.
Lamentablemente hay múltiples especies marinas que son más vulnerables a los procesos de polución e impacto ecológico que aquellas que viven en suelo sólido. Serán las primeras afectadas en especial los corales y arrecifes, que dan cabida a todo un universo orgánico de riqueza incalculable.
La biodiversidad de los océanos pende de una cuerda floja, y ella está en las manos de los hombres. Si seguimos poniendo en peligro la vida de tantas criaturas y los espacios que habitan, la existencia de nuestros propios hijos terminará siendo borrada del planeta junto con toda esperanza de futuro.