Muchos nos jactamos de tener una moral sólida y principios intocables. De hecho, defendemos nuestro código moral tanto en situaciones que nos involucran como en situaciones ajenas, impidiendo que el mismo se distorsione por impulsos tanto instintivos (léase sexuales) como de interés (léase financieros). Sin embargo, ignoramos que el magnetismo puede hacer añicos nuestro código moral con muy poco esfuerzo.
Estoy haciendo referencia a un estudio realizado por Liane Young, del Massachusetts Institute of Technology que se publica en PNAS, en el que ha aplicado resonancia magnética a varios participantes con el objetivo de alterar sus decisiones morales.
Young partió trabajando con la región del cerebro llamada conjunción temporo-parietal derecha, de la cual se sabe que tiene la función de regular nuestras decisiones morales. En esta región del cerebro de los participantes Young realizó resonancia magnética, aplicando estímulos cerebrales magnéticos, de los cuales se sabe que pueden alterar la actividad de las células cerebrales, impidiendo con ello su correcto funcionamiento.
En un experimento los pacientes recibieron estímulos cerebrales para luego leer sobre algunos casos de tiroteos, los cuales debieron ranquear del 1 al 7 según su gravedad, siendo 1 absolutamente prohibido y 7 absolutamente permitido. En otro experimento doce participantes debieron ranquear escenarios morales, pero en este caso la estimulación se practicó mientras los pacientes elaboraban sus juicios morales.
Curiosamente, los resultados demostraron que el magnetismo alteraba los juicios morales de los participantes, volviéndolos mucho más permisivos e indulgentes.
Claro que no somos expuestos a la actividad magnética muy a menudo (al no ser que nos estén realizando una resonancia debido a algún análisis médico), pero si ese es el caso más vale que no nos hagan juzgar a ningún sospechoso de asesinato.