28 días se tomó la Policía para encontrar a Araceli. Casi un mes en el que se encubrieron pistas, personas y datos. El tiempo suficiente para que el principal sospechoso - Darío Gastón Badaracco - hoy esté prófugo.
3 policías fueron desafectados por el crimen: Elian Ismael Ávalos (hermano del sospechoso) Hernán Humbert y José Gabriel Herlein.
Nos indigna. Nos enoja. Pero ya no nos sorprende. Porque como bien sabemos, en Argentina muere una mujer cada 18 horas por la violencia machista, y mientras el Estado y las fuerzas de poder no establezcan un sistema de contención y de protección seguiremos alargando una lista que no debería existir.

Queremos un cambio y lo queremos ya
Necesitamos garantías de seguridad inmediatas, pero también es imprescindible un cambio social a largo plazo, que solo será posible si a nivel individual empezamos a cambiar.
Porque mientras haya personas que sigan diciendo "ojalá que no sea Araceli" sin comprender que si no era ella, era otra la mujer asesinada que sigue engrosando la lista de víctimas de la violencia machista.
Mientras nos enfoquemos más en estigmatizar a la victima que en los asesinos de mujeres.
Mientras haya personas que dicen estar de acuerdo con la marcha, pero que... "¿por qué pintaron la pared?"
Mientras sigamos culpando a una mujer que viaja sola o que camina por un barrio específico de noche y nuestro dedo no apunte por defecto al hombre que se sintió con el derecho de acosarla, secuestrarla, violarla, matarla.
Mientras no entendamos que la violencia machista no es solo la que deja golpes y moretones sino que de una forma u otra todas somos sus víctimas.

Mientras sigamos sosteniendo que la igualdad entre hombres y mujeres ya es una realidad.
Mientras el Estado no nos dé soluciones. Mientras las denuncias sean subestimadas. Mientras un hombre denunciado por violencia de género y con restricción perimetral siga violentando a su pareja porque NO se lo controla.
Mientras no entendamos que la educación es la solución a largo plazo. Y no solo de nuestros hijos. Los adultos tenemos que reeducarnos y que ver desigualdades donde antes no las veíamos. Que entender el rol de las mujeres y de los hombres más allá de nuestro caso puntual.
Hasta que nuestra sociedad no entienda todo eso y que los femicidios que seguimos contando son parte de un sistema que falla, no vamos a hacerlos desaparecer por arte de magia.
No son casos aislados: es un sistema
Cada una de estas muertes forma parte del eslabón final de nuestra sociedad patriarcal. Todo tiene que ver con todo.
Los hombres violentos no son solo extraños ni forman parte de una porción específica de la sociedad.
Hay hombres violentos por todos lados. Muchos trabajan en empresas, tienen familia y amigos. Pueden ser tus compañeros, tus maestros o tus jefes. Pueden sentarse a tu lado en el tren, seguirte en la calle. Puede ser tu vecino, tu hijo, tu hermano, tu papá o tu pareja. De hecho, puede vivir bajo tu mismo techo.
Basta de violencia machista.
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