Ciencia y Tecnología

¿Cómo se hace un diccionario?

22 Feb 2016 – 08:00 PM EST
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Cuando no sabemos el significado de una palabra, la buscamos en el diccionario. En sí, es algo muy simple y a lo que estamos acostumbrados, pero si lo piensas bien, los diccionarios son libros bastante increíbles.

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Un diccionario toma algo tan basto como un idioma y busca indexarlo, su objetivo es registrar cada palabra, describirla, considerar su función, su significado, cómo este varía según  factores geográficos y temporales y mucho más... Se trata de una tarea realmente titánica e incluso podría decirse utópica.

Solemos criticar a los diccionarios por excluir o incluir ciertas palabras, pero considerando que los idiomas se encuentran en perpetua evolución, quizás deberíamos ser un poco más permisivos. Entender el largo proceso que lleva a su elaboración, quizás, nos ayude a entenderlos un poco mejor.

Registrar y no limitar

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En principio, la tarea de un diccionario comprende registrar las palabras utilizadas en un cierto idioma. No debería ser una herramienta normativa donde se determine qué es correcto y qué no y se eliminen palabras por el simple capricho subjetivo de un editor.

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Eso dicho, el diccionario tampoco puede incluir toda palabra jamás enunciada en la historia del idioma y debe tomar decisiones nada simples al momento de admitir o excluir una palabra. Es verdad, algunas decisiones, como la de la RAE de incluir «almóndiga» y excluir «agendar», pueden ser difíciles de comprender, pero al menos hay que entender que no se tratan de decisiones arbitrarias, sino que detrás de ellas está el trabajo de varios órganos lexicográficos.

Un diccionario no debe verse como un listado de las únicas palabras admitidas en una lengua, sino como una guía, un intento de registrar los usos más comunes o relevantes.

El Diccionario de la Real Academia Española

En el caso de la RAE, cada palabra o definición debe pasar por una cadena de revisiones antes de ser admitida en el diccionario. Varias comisiones son las encargadas de proponer modificaciones al diccionario, que luego deben ser aprobadas por un organismo denominado el « Pleno de los académicos». 

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Pero la historia no termina allí, una vez aprobadas por el Pleno, las nuevas entradas o modificaciones al diccionario deben recibir el visto bueno de las diferentes academias de lengua americanas quienes realizarán observaciones antes de la aprobación final de la propuesta. Entre tantas idas y vueltas, es fácil ver como algunas palabras pueden «perderse».

Quedaría un punto por analizar y este es cómo llega una palabra a ser candidata a la aprobación del Pleno. Para esto, las comisiones de la RAE se apoyan en diferentes corpus (recopilaciones de miles de documentos procedentes de diferentes épocas y regiones) para analizar qué palabra «merece» incorporarse al diccionario

Es verdad, el diccionario está lejos de ser perfecto, pero podría argumentarse que, desde su mismísima concepción, los diccionarios están destinados a no serlo.

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