Salvo las personas que viven en lugares tan altos como los Alpes y los Himalayas, en general, el ser humano está acostumbrado a vivir a nivel del mar. De este modo, su organismo viene preparado para enfrentar dichas condiciones. ¿Pero qué sucede cuando el Hombre decide ascender una montaña por largos períodos?
Hay quienes gustan de subir al pico más alto para disfrutar del desafío y explorar regiones inhóspitas. Pues he aquí cómo afectan las elevaciones a los alpinistas y qué utilidad tiene este conocimiento para la medicina.
Poco peso, menos apetito y más glóbulos rojos en el organismo
La primera consecuencia para un alpinista al escalar montañas por largos períodos, consiste en bajar de peso y en perder el apetito; como consecuencia de esto último, la persona come menos. La pérdida de peso más que de grasa, es muscular.
Algunos científicos consideran que es este un mecanismo adaptativo, desarrollado durante la evolución humana, que asegura la protección de los órganos vitales en caso de algún accidente o enfermedad grave.
Otra afectación importante en el cuerpo de los alpinistas resulta en la mayor producción de glóbulos rojos en el organismo, los cuales están encargados de distribuir el oxígeno por todas partes.
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Mayor producción de cetonas
Mientras más tiempo tarda un alpinista ascendiendo una montaña y su cuerpo va perdiendo peso, el organismo comienza a producir mayor cantidad de cetonas, un compuesto que usa la grasa para obtener combustible y proteger el equilibrio corporal. Esto ocurre especialmente para cuidar que no se dañe el cerebro ante las bajas dosis de oxígeno.
Aplicaciones médicas
Si el organismo responde de esta manera ante las altitudes, los científicos creen que dicho conocimiento puede tener aplicaciones médicas en casos de personas que hayan experimentado accidentes o enfermedades de gravedad.
En estos pacientes se observan los mismos síntomas que en los alpinistas que escalan montañas altas, esto es, pérdida de apetito y de peso corporal. El organismo, por su parte, tiene problemas para producir glóbulos rojos que aseguren el nivel de oxígeno necesario en sangre.
Algunas hipótesis hablan de producir fármacos inyectables que contengan acetona, de modo que ayude a contrarrestar los bajos niveles de oxígeno y estabilizar los organismos enfermos. Podría ser también favorable para las personas que escalan montañas.
Otra idea es someter a los pacientes a inaniciones ―limitadas y controladas, desde luego―, de tal suerte que el cuerpo, igual que sucede en los alpinistas, estimule la producción de cetonas.
Por el momento, todo esto se encuentra sujeto a investigación, pero no deja de resultar optimista que el propio organismo esté configurado para hacerle frente a las afectaciones de las elevaciones en los alpinistas , y que este aprendizaje, procedente de la naturaleza, nos ayude a proteger la vida de otros seres humanos sometidos a condiciones extremas de salud.
¿Para qué otras cosas crees que puede ser útil contar con esta clase de conocimientos?