Para cerrar esta serie referida a animales venenosos que habitan nuestro planeta, es justo cerrarla haciendo referencia a al menos una de las tantas serpientes venenosas que existen. No hacemos mención a las cascabeles y a la cobra, como tal vez pueda creerse a priori, sino que nos referimos a la Serpiente Taipán del Interior, la serpiente más venenosa del mundo.
Esta es una serpiente de origen australiano, y la Taipán tiene tres variedades que habitan este territorio. La primera es la Taipán del Interior ( Oxiuranus microlepidotus), la segunda es la costera ( Oxyuranus scutellatus scutellatus), y finalmente la tercera es la papuana ( Oxyuranus scutellatus canni), que se concentra en la costa de Papúa Nueva Guinea.
La primera de ellas es la que nos interesa, y se presenta en colores amarronados y amarillentos oscuros. Estos colores oscuros le permiten a la serpiente calentarse absorbiendo mucho calor, y exponiendo sólo una parte de su cuerpo al sol y el resto en la madriguera, la serpiente consigue calentarse lo suficiente para cumplir con sus necesidades.

La Taipán del Interior mide un metro ochenta, y una de sus mordidas contiene el veneno suficiente como para matar a cien personas adultas (y a 250.000 ratones). La serpiente deposita alrededor de 44 mg de veneno en su presa, y el mismo tiene 50 veces más toxicidad que las serpientes de cascabel, y entre 200 y 400 veces más venenoso que el de la cobra.
Existe un antídoto, pero una mordida de la Taipán del interior basta para matar a un ser humano en cuestión de minutos.