No debe haber una mujer en la faz de la Tierra que no haya sido víctima de un «piropo» a lo largo de su vida. Si no fue en la calle, fue en el salón de clases, en el transporte público, en el trabajo... Donde sea: la exposición y la oportunidad siempre están latentes.
Probablemente muchas hemos lidiado con esto por al menos 10 años y hasta el día de hoy todavía nos preguntamos: ¿cuál es la mejor manera de manejar estas situaciones? Por dentro, la rabia nos está por consumir, pero no queremos demostrar eso, ¿o sí? La idea de reaccionar nos provoca miedo, nos aconsejan cuidarnos y «no contestar nada porque se pueden poner violentos». Pero ¿es aceptable que nos pidan eso? ¿No estamos de cierta forma promoviéndolo al mantener una actitud pasiva frente a palabras tan ofensivas hacia nuestra persona?
Es comprensible, todas nos hemos hecho la misma pregunta una y otra vez y el no tener un manual sobre cómo lidiar con esto aumenta nuestra impotencia y angustia...
Pero descuida, entre todas y todos estamos para ayudarnos y encontrar alternativas ingeniosas e inteligentes de responder a esto:
Ante los chiflidos o miradas acosadoras:
Muchos ni siquiera necesitan abrir la boca para hacernos sentir que ese fuego comienza a brotar en nuestro cuerpo cuando posan sus ojos en nuestro cuerpo como si fuéramos un cuadro de exposición (mejor dicho, un pedazo de carne). Cuando esto ocurra, tranquila...respira profundo, piensa en otra cosa y pon tu mejor cara de póker, ni siquiera merecen que gastes saliva en ellos.
En este caso mueren por un poquito de tu atención y la mejor opción será que no se la des ni por una milésima de segundo.
Ante frases que revelan su nula creatividad:
Cuidado, ninguna quiere que estos muchachos sean creativos, pero a veces su mediocridad queda en evidencia cuando exclaman exactamente lo mismo que acaban de gritarle a la chica que pasó 2 minutos antes.
Pero como no pueden contra su condición, lo más recomendable en estos casos será agradecerles y aconsejarles que tomen un curso de creatividad, ¡de seguro les vendrá muy bien!
Ante frases ofensivas:
Otros de la misma raza pero con material diferente parecen haber escuchado nuestro consejo y deciden inspirarse un poco más, a tal punto que revelan lo poco civilizados que son. Gritan palabras insultantes y para nada agaradables, si lo hicieran con otras palabras de seguro se ganarían el Premio Nobel de Literatura. Cuando esto suceda, primero que nada, respira, piensa en que el fuego se extingue con agua y no con más fuego, y contesta con la mayor educación y amabilidad posible. Puedes agradecerle (de forma irónica, claro), decirle lo lindo que se ve, lo que sea que sea en forma pacífica y agradable.
Esto lo descolocará por completo, porque se dará cuenta de que a pesar de su enooorme esfuerzo por hacerte enojar, solo se colocó a sí mismo 500 escalones por debajo tuyo.
Ante frases muy muy ofensivas:
Cuando la situación ya es difícil de manejar porque con sus palabras no solo te cosificó, sino que también te angustió, tienes que recordar la mujer fuerte y poderosa que eres y sacar lo mejor de ti. Nunca lo insultes, nunca acudas a la vulgaridad, demuéstrale que no sabe con quién se metió y haz uso de tu excelente nivel de educación. Contéstale con altura, para demostrarle lo poco que te afecta,
¡Saca la Beyoncé que llevas adentro!
Lo que los hombres nos gritan en la calle no son piropos, hace mucho tiempo dejaron de serlo (si es que en algún momento lo fueron). No es ningún acto de apreciación de nuestra belleza, no es un halago, son las simples ganas del hombre de mostrar su creencia de que es el dominante. Un fenómeno social que se ha salido de control, que nos afecta y tenemos que resolver por nosotras mismas.
Y recuerda... nunca coloques a todos en la misma bolsa: