Mascotas

Perder una mascota puede doler tanto como perder a un ser querido

5 Abr 2017 – 11:00 AM EDT
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Muchos dirán que era solo una mascota, otros harán todo lo posible por comprender nuestro dolor, pero los que verdaderamente sabemos cómo se siente somos nosotros.

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Hace casi una semana que vi partir a mi perro después de tenerlo a mi lado durante 13 años, me acompañó más de la mitad de mi vida y sin lugar a dudas ha sido una de las partidas más angustiantes que he vivido.

Cada uno reacciona diferente a la muerte, para mí fue en forma de shock y tal vez, una semana después todavía no me doy cuenta de lo que esto significa. Todavía lo busco en la casa, me esfuerzo en escuchar sus pasos a pesar de que sé que no está más allí. Hay un vacío en el hogar, un miembro ya no está y su ausencia es escandalosa.

Pero al final del día no queda más que aceptar que ya no está y resta hacer todo lo posible por recordar los buenos momentos. Pero perder una mascota duele tanto como perder a un ser querido, o incluso, en algunos casos más.

Una pérdida sin comparación

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Cuando una mascota nos abandona, el vacío que sentimos es diferente y hasta más fuerte que cuando perdemos a un ser querido. Él no se quejaba, no molestaba y lo único que nos brindaba este ser era amor y afecto, siempre estaba allí para nosotros y ocupaba un espacio que ningún ser humano jamás podría suplantar.

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Falta de comprensión

Podemos hablarlo con otros, explicarlo, pero muchos difícilmente nos comprendan. No tenemos que ofendernos ni enojarnos, porque es natural que las mascotas no tengan el mismo significado para todos. Y como puede afectarnos mucho que no nos comprendan, lo mejor será hablarlo con especialistas o con quienes hayan pasado por la misma situación, eso sin lugar a dudas es reconfortante y aliviará el dolor.

Cambios en los más mínimos detalles

Perder una mascota es mucho más que afrontar su ausencia. Implica un cambio radical en nuestra rutina, desde llegar a casa y ser recibido por él, hasta adecuarse a sus paseos y sus horarios de comida. Todo cambia, costumbres que incorporamos hace al menos 10 años, desaparecen de forma brusca de un día para el otro. 

Inocencia pura

Dicen que ver sufrir a un hijo es de los dolores más grandes, pero aunque no tengo un hijo, puedo afirmar que ver sufrir y agonizar a una mascota está casi al mismo nivel. Las mascotas son seres inocentes y vulnerables que no pueden expresar cómo se sienten ni qué desean.

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Pero lo que sí demuestran es luchar por su vida hasta el último minuto y en algunos casos, tomar la decisión de dejarlos ir puede ser muy angustiante.

Luchar por los buenos recuerdos

A pesar de que todavía lo busco inconscientemente en los rincones y en los sillones de la casa, sé que con el tiempo será posible guardar los buenos recuerdos. No parece haber consuelo ahora, otra mascota no será lo mismo, un reemplazo no curará el dolor. Pero es importante hacer todo lo posible por conservar en la memoria todo lo bueno que nos dejó.

Las mascotas llegan a nuestras vidas para convertirnos en personas mejores, para alegrar cada uno de nuestros días. Podremos tener una muy mala jornada pero sabemos que cuando lleguemos a casa alguien se alegrará de vernos y cambiará nuestro humor de forma instantánea. Por eso duele tanto perder a este ser especial, porque nada ni nadie puede sustituir lo que nos hacía sentir. 

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