
Tengamos en cuenta lo siguiente: durante su primer año de vida tu bebé estuvo en casa, cuidado por personas de vínculos muy cercanos y, para comunicarse, le bastaba con llorar.
Ahora su mundo (y claro que también el tuyo) cambió: su primer contacto con otras personas, sus primeras palabras, el jardín y los amiguitos, empiezan a ser parte de su vida.
Lo bueno es que no estás sola en esto: a todas nos pasa que, a sus dos años, lidiar con ellos es, sin lugar a dudas, una tarea cotidiana.
Es que claro, dejaron de ser bebés y, muy de a poquito, empiezan a independizarse trayendo, además de lindos momentos, algunos llantos, empujones o enojos.
¡Tranquila!, no tenés por qué preocuparte: muchas de las cosas son características típicas de la edad y, si nos preocupamos por entender a nuestro hijo, podremos adelantarnos y así ayudarlo a crecer.
Como en iMujer siempre pensamos en vos, te cuento los 10 tips más importantes de la edad y de paso, te doy algunas ideas para que los llantos, los berrinches y los límites ya no sean un tema de charla entre amigas.
¿Empezamos?

La rutina
La mejor manera para conocer cómo se hacen las cosas es la rutina. Repetir día a día el mismo órden para hacer las cosas va a facilitar su aprendizaje del mundo: con el tiempo, tu hijo sabrá qué está por venir y cuándo debe realizar cada cosa, con lo cual, evitarás que se sienta inseguro o ansioso.
¡Atención! esto es una buena solución para cuando incorporás un nuevo espacio en su rutina: por ejemplo, cuando empieza el jardín o si tenés que dejarlo con algún familiar que nunca se quedó es importante repetir con paciencia los mismos hábitos.
Así se sentirá tranquilo y, muy de a poco, comenzará a acostumbrarse con naturalidad a los cambios.
La repregunta
Cada uno lo hará a su tiempo pero, durante su segundo año de vida es muy común que nuestros hijos comiencen a decir algunas palabras. Primero serán sueltas, luego unirán de a dos o tres y, con ayuda, comenzarán a formar sus primeras frases.
Pero, ¿sos la única que entiende el idioma de tu hijo no?, y claro, ¿quién mejor que nosotras puede interpretar lo que nuestro hijo está diciendo? ¡Ojo!, acá hay un tema importante: por más de que entendamos lo que nos está pidiendo, un buen ejercicio es repreguntarle las cosas.
¿Me estás diciendo que querés una galletita? ¿Que te alcance ese juguete?, aunque no lo creas, complicarles un poco el pedido en vez de poner todo al alcance de sus manos en el primer momento los saca de la comodidad e incentiva el esfuerzo por comunicarse.
Poner en palabras
Aunque todavía no puedan manejar el habla con naturalidad, los 2 años son la edad propicia para animarse y largarse a hablar cada vez un poquito más.
Como su comunicación todavía no es verbalizada, lo corporal tiene un lugar importante: llorar, tirarse al piso o gritar son, en muchas ocasiones, las formas de pedir algo.
Para evitar esto, es importante que, los adultos que lo rodean, pongan en palabras aquello que ellos todavía no pueden expresar: "Te lo presto un ratito" o "¿Por favor, me alcanzás el auto?" son frases que, aunque tus hijos todavía no puedan decir, pueden escuchar, con lo cuál, se les van a volver familiares.
¡Que no te sorprenda cuando escuches a tu hijo decir lo que, por mucho tiempo, le repetiste!
Juego simbolizado
Un tupper puede ser un volante, en una media ven un títere y, una manzana puede ser, en muchos casos, una pelota. Es que, a los dos años, todavía no tienen incorporadas las convenciones que para nosotros, los adultos, son tan naturales.
Por lo tanto su primer juego será de exploración: tirar, armar, desarmar, romper, golpear son algunas maneras de probar y conocer los objetos en el mundo.
Si tu hijo ya tiene dos años, entonces es el momento para que, de a poco, le enseñes cómo puede utilizar las cosas: jugá con él, hablá y cantá mucho y comenzá a simbolizar lo que hacen.
Preguntarle "Ah, ¿eso es para comer?" o decirle "¡Curemos al bebé y pongamosle una curita!" son maneras divertidas de empezar a darle sentido al mundo.
Yo solito
Y si, ahora quiere sacarse las zapatillas, ponerse sólo la ropa, comer con sus propias manos y resolver problemas cotidianos sin la ayuda de los demás.
¡Y eso está muy bien!, aunque todavía no pueden terminar las tareas y, en varias ocasiones se frustren en el intento, dejar que comiencen lo que quieren hacer es una buena forma de que se desafíen a sí mismos.
En última instancia y antes de su frustración, acercate y explicale que, con tu ayuda, podrán completar la tarea.
La motricidad
Del gateo, ya no nos acordamos. Es que, a los dos años, caminar derecho ya es cosa de todos los días.
Sin embargo, todavía las caídas son parte de la rutina y, las habilidades como saltar o correr, todavía no están totalmente desarrolladas.
Si bien estimular su aprendizaje con actividades como Educación Física Infantil (EFI) o expresión corporal es algo que va a ayudar mucho, hay varias cosas que vos también podés hacer: proponele bajar las escaleras sentado, caminar en un piso resbaladizo agarrado de una varanda o incluso, ofrecele cruzar los charcos de tu mano.
Todo es mío
Si, lo sé: tenés mil juguetes que él nunca toca pero, el día que invitás a los chicos de tus amigas, tu hijo no quiere prestar nada y el lío, comienza a acercarse.
Es que, hasta ahora, ser bebé lo convertía en un rey: el dueño de la casa, de sus padres y familiares. Sin embargo, los dos años traen nuevos personajes: amiguitos, compañeritos de jardín, maestras e incluso, los primos y vecinos comienzan a aparecer.
Muy de a poco, comienzan a reconocer que hay un otro y, la socialización, los ayuda a salir del estado de egoísmo para reconocer que existen otras personas con quien compartir la vida.
No tenés que preocuparte, es normal: el cuento "Federico no presta" es un buen recurso a utilizar.
El objeto de transición
Así como nosotras no podemos desprendernos de ese rimmel, ellos tienen algún objeto de deseo que, si lo perdés, estás en problemas.
Es que, para ir adquiriendo confianza, los más chiquitos necesitan sentir que su mundo es conocido: por eso, algún muñeco, peluche, cintita, almohados o incluso, un trapito, suelen ser los objetos que ellos eligen para transitar las cosas.
Con este objeto, ir al jardín, bañarse o dormir de noche suelen ser tareas más fáciles de realizar.
Pañales, chupetes y barrotes
¡A no desesperar! Cada uno tiene su tiempo de realizar los logros y no debemos apurarlos. Creeme, nadie llega a los 20 años con pañales o chupetes así que, ¿cuál es el apuro?
Los dos años suelen ser una edad en que, paulatinamente, van logrando nuevos objetivos.
Lo importante de todos estos cambios es no forzar a que dejen de usar pañales o chupete: ellos mismos van a decirte (a través de palabras o de acciones) que es el momento indicado para hacerlo.
Tené mucha paciencia y confianza en él.
Grandes bebés
Estan en un momento de transición: no son ni muy grandes, ni muy chiquitos. A esta edad, es necesario que les hables como adultos, que les propongas desafíos nuevos y que, de a poco, lo ayudes a despertar interés por cosas que ya nada tiene que ver con los bebés.
A pesar de esto, no te olvides que todavía es chiquito y que, aunque todos los días te sorprenda con algo nuevo, los mimos, el upa, las canciones, los cuentos y los títeres tienen que ser cosa de todos los días. ¡Disfrutalo!
¿Algunas de estas cosas te están pasando con tu hijo? ¿Qué te parecieron estos consejos?