Los niños pequeños entre uno y dos años y medio son los que están más expuestos a fracturas de sus dientes de leche, porque cuando el niño está aprendiendo a caminar está expuesto a golpes ya que todavía no coordina bien sus movimientos debido a su coordinación motora no desarrollada y no puede protegerse bien de la caída, por eso es aconsejable tenerlos lejos de los muebles y enseñarles a cuidarse.
Frente a un accidente es necesario acudir inmediatamente al odontólogo que debe tratar de calmar al niño y examinarlo con mucho cuidado para asegurarse que no hayan fragmentos flojos, fracturas o dientes desplazados. De ser así será necesario reubicar los dientes nuevamente y unirlos entre sí. Algunos puntos que deberá tener en cuenta:
• Si detecta una fractura, lavar la zona golpeada con agua tibia, colocar paños fríos sobre la cara en la zona cercana al diente fracturado para disminuir el edema. Si es posible conservar el segmento fracturado y consultar rápidamente al odontólogo.
• Si el diente fue eliminado, recoger el mismo y colocarlo debajo de la lengua del niño o en un recipiente limpio con solución fisiológica (para que el diente no se deshidrate), no lavar ni limpiar el diente y concurrir inmediatamente al odontólogo.
• Si no se ve desplazamiento ni fractura y solo hay lesión mucosa se recomienda aplicar una gasa o tela limpia con presión en la zona sangrante si hay edema y concurrir al odontólogo.
Otra de las situaciones probables es que el diente en lugar de fracturarse se introduzca en el hueso, y por lo general cuando esto ocurre se deja sin tratar y se permite que los dientes vuelvan a erupcionar.
Hay otras fracturas que son de menor entidad y que solo afectan el esmalte, sin llegar a producir efectos ni defectos sobre los dientes permanentes que están alojados en el hueso esperando que llegue el momento de salir (a partir de los 5 años).