Pensando en cómo fue mi embarazo, y en lo que implica la espera de algo, me di cuenta de que no siempre es lindo esperar… A veces es difícil, tedioso y genera ansiedad, lo mismo pasa en el embarazo, tiene momentos “dulces”, obviamente, pero también mucho de lo negativo que uno asocia con la espera. Lo primero que se me viene a la mente es lo mucho que tenía que esperar las veces que iba a la consulta con el ginecólogo.
Primeros meses de embarazo
Los primeros meses de embarazo suelen ser complicados, yo no fui la excepción. Si bien no tuve vómitos ni malestares matinales, me dormía sentada, parada, acostada, como fuera o donde fuera. Me mareaba, cambiaba de humor, estaba en las nubes, y lo peor de todo, a lo que era tan reciente el embarazo no quería ni podía contarle a nadie.
Hasta las 12 semanas, casi 13 sólo sabía mi pareja, mi médico y yo, bueno y el médico que me hizo la ecografía y mi odontóloga, pero nadie de mi círculo de afectos.

No fue fácil sobrellevar esos primeros 3 meses… sobre todo porque no me sentía bien y porque a lo que no se notaba la pancita no corría con los “beneficios del embarazo”, léase, pasar primero en la caja del supermercado, sin tener que hacer terribles colas, viajar sentada en el transporte público y bueno, esos mimos extras, que después tuve, también se necesitaban en esa etapa.
Después del estrés de los primeros meses y la confirmación de que todo está bien vino un gran alivio, acompañado por ansiedad por saber si era nena o varón. Debo reconocer que yo estaba bastante tranquila, con saber que estaba todo ok me conformaba, pero aún así quería saber que era. Mi entorno también, así que no esperé demasiado y a las 16 semanas ya sabía que esperaba un varón.
La mitad del embarazo
El segundo trimestre de embarazo fue más llevadero, generalmente lo es, pero no menos cargado de emociones. Una está más tranquila, pero más ansiosa por tener las cosas para el bebé, desde la ropita hasta la cuna, una quiere tener TODO, pero aún hay que esperar, faltan varios meses.
El tercer trimestre viene con peso, ¡aumento de peso! Y el peso de tener todo pronto, desde las cosas para el bebé hasta el bolso por las dudas de que te tengas que internar de apuro.
Ya es más que evidente de que hay alguien creciendo dentro de ti, y esos “mimos” que a veces implicaban tocar la pancita se vuelven un poco molestos. Es que la pobre criatura ya no tiene casi lugar y cualquier estímulo externo lo hace reaccionar, y dentro de ti. Lo que solían ser suaves y tiernas pataditas ahora son PATADAS, y duelen o molestan un poco, sobre todo si son en las costillas.
Mis costillas derechas sufrieron mucho, y de tanto en tanto tenía que “llevarlo al orden”, es que él estaba tan cómodo que no le importaba que yo no pudiera entablar una conversación, sentarme, caminar o respirar.
El hipo era muy divertido, se sentía mucho, después de nacer, la primera vez que tuvo hipo, me dí cuenta de lo mucho que se movía, así que entendí como era posible sentirlo tanto cuando estaba en la panza.
Dormir es complicado, entre que te levantas a cada rato para ir a baño, que al bebé le da por jugar, patear y moverse y que ya no encuentras ubicación, cuando llega la mañana hay días que una se despierta aún más cansada.
Las almohadas no alcanzan, una para la cabeza, otra para levantar el colchón a la altura de las piernas, otra para debajo de la panza, otra para poner entre las rodillas y otra para la espalda. Había días que no las usaba todas juntas, pero cuando lo hacía agradecía tener una cama lo suficientemente grande.
La última etapa del embarazo
Es en esta última etapa en que la dulce espera se transformó solo en espera… ya no estaba tan cómoda ni esperaba pacientemente. Había días más fáciles, pero a medida que se iba acercando la fecha de parto la ansiedad crecía, junto con los calambres. Ya no iba a trabajar, así que no tenía mucho que hacer, más que esperar…
Iba comunicando a mis amigos a través de Facebook el estado en el que estaba, al principio tranquila, y sobre el final con la fecha de parto más que pasada con un dejo de desesperación.
Ya tenía la “orden de desalojo” o mejor dicho la orden de internación para inducir el parto, por las dudas de que el niño no hiciera planes de salir. Finalmente a las 40 semanas y 5 días, el niño decidió que ya era hora de conocernos y honrarnos con su presencia, más que esperada...
¿Cómo fue tu embarazo? ¿Tuvo más de dulce que de espera o un poco de ambas cosas? No dejes de compartir con nostras tu experiencia.