Los adolescentes siempre dicen que podemos y debemos tenerles mucha confianza. Sin embargo, somos los padres quienes debemos decidir si esto es así o no. Y la clave no está en lo que ellos dicen como en lo que hacen. Por eso, te comparto estas tres claves para que evalúes la situación.
Pregunta 1: ¿Te da motivos para desconfiar de él o ella?
Para responderlo, piensa en la honradez de tu hijo. ¿Dice siempre la verdad? ¿Cumple su palabra cuando promete algo? ¿Nunca se queda con lo ajeno por más pequeño que sea? ¿Llega a horario?
Pregunta 2: ¿Cómo es su relación con sus amigos?
Es obvio que los amigos son lo más importante cuando uno es adolescente. Pero ¿tu hijo o hija prefiere mentir para salvar a un amigo aunque la mentira y sus consecuencias sean realmente graves?
Si así es, esto podría verse como un acto de lealtad hacia su amigo (y eso es algo bueno), pero si las consecuencias fueron graves para tu hijo o su amigo, quizá no sea tan digno de confianza como asegura.
¡No es que tu hijo/a sea una mala persona! Es que quizá todavía no ha aprendido a evaluar bien las situaciones que se le presentan o que no puede soportar la presión de grupo.
Pregunta 3: ¿Cómo es su relación con el sexo opuesto?
Hay varias preguntas que puedes hacerte sobre este tema: ¿Tiene amigos del otro sexo que son de su edad o son mucho más grandes? ¿Conoce los peligros del acoso sexual, cómo evitarlos y cómo pedir ayuda? ¿Conoce los métodos anticonceptivos y de protección contra las enfermedades venéreas y sabe utilizarlos?
No dejes de considerar todas estas cuestiones básicas para evaluar si tu hijo adolescente ya está “listo para volar”. Sin embargo, no olvides que el hecho de que alguien se convierta en un adulto confiable será un proceso algo lento y bastante gradual, y en unos casos más lento que en otros.
No desesperes y ayuda a tu hijo poco a poco a practicar conductas seguras que ganen tu confianza y que le ganen para sí mismo un lugar más seguro en el mundo. Así como hace un tiempo le enseñaste a subir las escaleras, enséñale a avanzar por los peldaños que llegan hasta tu confianza total: la que se le tiene a un adulto.