Dolor de espalda

¿Existe una relación entre el dolor de espalda y la mente?

7 Ago 2014 – 07:00 PM EDT

Sin duda alguna, el dolor de espalda es una de las dolencias más comunes hoy en día. En muchos casos, se debe a causas físicas –por ejemplo, una mala postura–; pero no hay ninguna duda de que las causas del dolor de espalda pueden tener una clara relación con nuestra salud mental y emocional. 

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Por esta razón, el dolor de espalda es una señal de alarma que todo el mundo debería escuchar para aprender más sobre uno mismo y sobre las relaciones con los demás. Son muchas las personas que experimentan esa curiosa relación entre la mente y la espalda, y tanto es así que se ha hecho normal identificar los problemas personales con el origen de las tensiones dorsales y otro tipo de lumbalgias.

Curiosamente, no existe conexión directa entre el cerebro y la espalda que permita comprender el origen de este mal, ya que todo depende de las personas y de las situaciones en particular. Esta relación es, en realidad, más compleja que lo que se podría pensar en un principio. Un ejemplo: una persona que pasa por un período depresivo soportará menos el dolor que otra que se encuentra bien emocionalmente. De la misma forma, un dolor instalado desde hace tiempo puede dañar a largo plazo el bienestar y la moral de la persona que lo sufre.

Podemos concluir que la relación entre espalda y la mente no es unívoca. Por esta razón, el peor tratamiento es el que intenta disociar el cuerpo de la cabeza, ya que entre ellos existe una interacción inseparable.

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Una señal de alarma

Que el síntoma sea físico –un dolor– o psíquico –la ansiedad–, el dolor de espalda es un mensaje nada desdeñable: en realidad, se trata de una señal de alarma que indica que ahí hemos superado nuestros límites. Como el dolor se manifiesta normalmente con ocasión de grandes acontecimientos de la vida, es normal achacarlo directamente a estos cambios que han supuesto un mal trago.

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Pero la fuente del malestar merece ser buscada más lejos. La relación cuerpo-espíritu no siempre es aparente. La mayoría de las veces, el dolor de espalda aparece tras una larga sintomatología que evoluciona de forma silenciosa. Se comienzan a sentir tensiones en la parte baja de la espalda cuando se tiene estrés, y se termina no pudiendo levantarse de la cama un buen día.

Un lenguaje diferente

Así pues, el dolor de espalda va más allá de la señal de alarma, a otro nivel del lenguaje más difícil de descifrar: se trata del lenguaje corporal. A veces, cuando las personas se ven engullidas por las emociones o las dificultades de la vida, no siempre son capaces de analizar lo que ocurre y lo que se resiente a nivel corporal. Las personas se ven sometidas a tensiones, sin comprenderlas muy bien. Es entonces cuando el dolor de espalda puede aparecer, puesto que es el único medio que se ha encontrado inconscientemente para expresar un sufrimiento.

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Por esta razón, cuando surge el dolor de espalda, es bueno pararse a escuchar a nuestro cuerpo y preguntarse por lo que nos preocupa, lo que nos tensa, lo que nos ha podido ocurrir últimamente, y así intentar establecer una relación con el dolor. Con ayuda de un terapeuta se puede explorar lo que el dolor de espalda dice de nosotros mismos. Normalmente, se trata de cosas que se ignoran o que no estamos dispuestos a afrontar. 

Sin duda alguna, la mente juega un papel fundamental en el dolor de espalda, por eso ante una sintomatología como esta, es imprescindible pensar no solo en las causas físicas, sino también en cómo nos encontramos emocionalmente. Y tú, ¿sufres mucho de dolor de espalda?

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