Mujer

En una relación complicada con mi SOSTÉN

13 Oct 2017 – 02:00 PM EDT

El sostén… ¿qué decir de una prenda tan conflictiva?

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Tenemos una relación amor-odio con él, no podemos eliminarlo de nuestras vidas, pero tampoco lo queremos tan involucrado. Es complicado y estas son las razones que lo explican…

¡Libertad!

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Llegar a casa luego de un arduo día de trabajo o luego de una larga sesión de ejercicios y sacarte el sostén es felicidad pura. No conozco mujer en el mundo que no disfrute de ese momento.

Nos quitamos el sostén, miramos hacia abajo, chequeamos que todo está «en su lugar» y saltamos alegremente para sentir la verdadera libertad de nuestro cuerpo.

No, no quería tanta libertad

Amamos la libertad, pero cuando se trata de nuestros pechos sabemos que hay un límite entre la libertad y el libertinaje. Queremos a nuestras chicas sueltas y cómodas, pero a veces necesitamos que se encuentren en un solo lugar.

¿Por qué no puedo vivir así por siempre?

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Después de pasar 24 horas sin sostén, nos sentamos a disfrutar de nuestra serie favorita en Netflix y nos damos cuenta de que podríamos vivir la vida entera así. Nos sentimos rebeldes, femeninas, hermosas, pero sobre todo cómodas.

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Comenzamos a pensar el verdadero motivo por el que usamos sostén y no encontramos una razón lógica. Es en ese momento, en que decidimos pasar una vida entera sin bra.

¿A quién se le ocurre vivir sin sostén?

A la hora número 25 que pasamos sin la prenda de la discordia nos sentimos incómodas, «demasiado» libres, para nada sexys y llegamos a la conclusión de que se trata de una prenda indispensable en nuestro clóset.  

¡Oh, había olvidado lo bien que le hace a mi cuerpo!

Después de dejar a nuestros senos a merced de la gravedad y sin nada que los retenga o condicione, afirmamos que es así como debe ser la vida de las mujeres.

Es el momento en que nos enfadamos con la sociedad por imponerse e «imponernos» el uso de corpiños armados, con relleno, aro y formas extrañas de colocación.

¡Oh Dios, esto destruye la armonía de mi cuerpo!

Pero al pasar unas cuantas veces por el espejo y vernos algo caídas y desalineadas comenzamos a enamorarnos de la idea de esos sostenes de encaje tan sexys y hermosos que nos hacen ver como unas verdaderas diosas griegas.

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¡AMO la lencería!

«Gastaría todo mi sueldo en lencería, amo las prendas de encaje, ¡me quedan tan hermosas! Después de todo, todas las chicas necesitamos de este tipo de cosas»

Son los típicos pensamientos que solemos tener las chicas, cuando vivimos en una abstinencia asombrosa de sostenes. Muchas veces son pensamientos extraños y algo lujosos. ¡Ten cuidado puede ser solo un momento!

¿Quién fue el infame que inventó la lencería?

«¿A quién se le ocurre inventar semejante tontería? No gastaría un centavo en esa tela que pica y raspa, pero que además me hace ver horrible. ¿Sexy? ¡Jamás!»

Esto es una clara sobredosis de lencería, es el momento en que debemos detenernos y pensar en la inversión sin retorno que estamos haciendo. ¿De qué nos sirven tanto sostenes si la vida sin ellos es mejor?

Podríamos tildar nuestra relación como inestable o conflictiva, personalmente, prefiero decirle complicada porque por más que quiera abandonarlo sé que nunca podré hacerlo. Mis sostenes me brindan buenos y malos momentos. De hecho, tuve algunos que se convirtieron en mis caballitos de batalla al ser de las prendas más cómodas de mi vida. Sin embargo, hay momentos que olvidamos todo eso y lanzamos corpiños por la ventana.

Sostén, creo que tú y yo tenemos que hablar, nuestra relación necesita reglas, ¡ya mismo!

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