¿Cansancio o fatiga crónica? Aprende la diferencia para identificar tu problema y sentirte mejor

Parecen dos palabras que significan lo mismo; sin embargo, cansancio y fatiga son dos sentimientos y estados que, si bien tienen similitudes, no comparten la misma solución. Mientras uno se soluciona con mejores hábitos de sueño, la salida de la fatiga no es el descanso.
Cuando se te cierran los ojos y no puedes seguir despierta: cansancio

El cansancio es, según Very Well Health, el deseo extremo de dormir. A veces pasa que, después del almuerzo, te sientas en la silla de la oficina y comienzas a sentirte más y más cómoda. Los ojos se te cierran, y cada vez que los cierras cuesta más volver a abrirlos. Estás lista para dormir, solo que no es el momento correcto. Tienes sueño: estás cansada.
El sentimiento de cansancio, en general, aumenta según el tiempo que la persona haya permanecido despierta. Mientras pasan las horas, un químico, llamado adenosina, se acumula en el cerebro. La adenosina le señala al cuerpo que necesita sueño. Como la acumulación de adenosina aumenta con las horas que pasas despierta, es normal que estés más cansada hacia el final del día. Por eso, la mayoría de la gente se siente cansada durante la noche.
El deseo de dormir se puede solucionar durmiendo. Dicho esto, muchas personas pueden tener problemas para dormir o problemas durante el sueño, que dificultan un descanso adecuado y provocan cansancio acumulado a través de los días. También puede haber factores externos para esta falta de sueño, como un bebé en la casa.
Si esos padres o esas personas con apnea del sueño pudieran dormir toda una semana por 8 horas cada día, dirían adiós a su cansancio y volverían a tener la motivación para hacer todo lo que antes hacían. Las personas con fatiga crónica no pueden deshacerse de ella durmiendo. De hecho, no hay solución conocida hasta el momento.
Fatiga crónica: una sensación de abatimiento que te acosa todos los días
Fatiga, agotamiento y baja energía son tres términos de la misma familia de palabras, que representan aquel cansancio extremo que no se puede solucionar durmiendo. Esta sensación no se siente solo en los párpados y no es una sensación de comodidad; las personas con fatiga la sienten profundo en sus huesos y músculos, sus extremidades se les hacen muy pesadas; sienten como si recién hubiesen corrido una maratón, a pesar de que se acaban de levantar de la cama. No pueden reunir la energía para enfrentar sus tareas. Física y mentalmente, las personas con fatiga se arrastran para ir de un lado al otro todo el día.
La fatiga puede ser causada por otras enfermedades: depresión, anemia, hipoglucemia, fibromialgia o incluso cáncer. A veces, la fatiga puede ser la propia enfermedad, como en el síndrome de fatiga crónica. No importa cuán grande sea la fatiga: nunca deriva en sueño.
Un artículo de Psychology Today compara la fatiga crónica con una gripe que nunca se va: a veces sientes que quieres tirarte en una cama, te duelen los músculos y tu cerebro no piensa claramente; otras veces, las mejores, es como si te estuvieras todavía recuperando, sientes tu cerebro débil y tus extremidades temblorosas. Sin embargo, sabes que este pequeño aumento de energía tiene su fecha de caducidad.
Ves que otras personas pueden hacer todo a la vez: trabajar, salir de noche, tener una vida social plena, mantener la casa impecable, hacer ejercicio y practicar varios hobbies. Ese sería tu ideal, aunque la verdad es que pocos lo cumplen. Si tienes fatiga, te arrastras hasta el final de la jornada, y al llegar a tu casa no tienes energía ni para cocinarte. A veces, tampoco para comer.
Esto se convierte en un círculo vicioso. Sabes que necesitas poner esfuerzo de tu parte para no fatigarte tanto: comer más sano y restringir el azúcar y las harinas, que a todas las personas nos hacen sentir el pensamiento borroso, o hacer ejercicio, son algunos ejemplos. Pero cuidarte a ti misma se convierte en una tarea inalcanzable, abrumadora. Estás demasiado cansada como para preparar comida, entonces ¿cómo vas a comer sano? Demasiado cansada para ducharte o mantener la casa en orden. Muchas veces, tus sentimientos pasan incomprendidos por otros, incluso por los médicos que deben valorar tu situación.
Es el caso de Eileen Davidson, que tiene su propio blog en el que cuenta de experiencias personales al vivir con tres enfermedades crónicas: artritis reumatoide, osteoartritis y fibromialgia. Escribe para Healthline: «Que algunas personas, incluyendo profesionales médicos, no te crean cuando les dices que la fatiga impacta tu capacidad de hacer algo y te hace sentir sola, disminuida, confundida y perdida».
La fatiga crónica puede aumentar en cualquier momento, sin necesariamente estar precedida de actividad física. «Sé que hice planes contigo hace dos horas», escribe Davidson, «pero a veces la fatiga es repentina y llega sin avisar». Por esta razón, puede afectar tus relaciones con los demás. Otros pueden decirte que lo aguantes, que no es tan malo, o que tomes algo para no estar tan «cansada». Davidson termina diciendo: «Por mucho que ame el café, no toca esta fatiga. No hay una cura o un arreglo para la fatiga».
No obstante, si te identificas con estos últimos síntomas, es recomendable que consultes con tu médico de confianza. Él podrá realizarte los estudios pertinentes para descartar que otra enfermedad no esté implicada. Y en el caso de que se trate de fatiga crónica, podrá sugerirte los hábitos más efectivos para contrarrestar esa sensación de abatimiento.
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