Todos tenemos problemas, aunque el problema es en realidad cómo te los tomas. ¿Eres de las personas que tienden a ver el vaso medio lleno o medio vacío? Las actitudes positivas ante la vida son una herramienta hermosa, que tenemos para enfrentar las dificultades diarias con poco gasto de energía y muy buenos resultados.
Siempre que llovió, paró
En primer lugar, tienes que pensar que como dice el dicho, siempre que llovió, paró. Los problemas suelen ser situaciones transitorias; el tema es que muchas veces no queremos enfrentarnos a él, y es por eso que permanece ante nosotros por largo tiempo.
Siempre será mejor intentar buscar una solución para liberarse de algo en vez de eludirlo, porque lo único que logramos es pensar constantemente en el problema sin solucionarlo. Así, las situaciones se van transformando en una especie de obsesión, un fantasma que nos persigue y no nos deja estar tranquilos, hasta el punto de que podemos llegar a padecer depresión.

Buscarle el lado bueno a las cosas
Por otra parte, es bueno intentar ver siempre el costado positivo de la vida. Todos tenemos cosas buenas en nosotros mismos: salud, belleza, trabajo, una casa bonita, pareja, familia, amigos.
No todo está mal: quizás en este momento estás pasando por un problema laboral, no obstante tienes afectos que te apoyan. O tal vez tienes un problema de salud pero tienes la juventud, las ganas y el cariño de tus seres queridos para superarlo.
En realidad, la vida es como una balanza que tiene peso de los dos costados –pongámosle por nombre uno bueno y uno malo- y lo que nosotros debemos intentar es mantener el equilibrio. Además, debes recordar que nadie tiene la vida perfecta y que en realidad, los problemas son desafíos, porque una vez que los superas eres más fuerte y estás preparado para enfrentar otras situaciones.
Sacar provecho de los malos momentos
Las actitudes positivas están relacionadas con el concepto de la resiliencia. En psicología, una persona resiliente es aquella que, tras haber pasado por muchas dificultades, ha sido capaz de superarlas y sacarles provecho.
Se trata de poder capitalizar lo vivido como experiencia para otras situaciones futuras. La resiliencia es una capacidad humana para no anclarse en el pasado y poder enfrentarse al presente extrayendo lo mejor de él.
Pongamos por caso el de alguien que ha tenido una relación de pareja muy absorbente. Tras unos años de convivencia decide separarse y más tarde conocer a otra persona. Si sabe sacar provecho de lo aprendido, probablemente viva una relación mucho más sana y más libre; dejará tiempo a su pareja para que realice sus actividades y comparta tiempo con sus afectos, y a la vez se dará espacio para hacer lo mismo.
Si lo deseas puedes compartir con nosotros cuáles son tus estrategias para mantenerte lejos de la tristeza y los problemas y tener siempre pensamientos positivos.