¿Por qué siempre que hay una pared en blanco tratamos de llenarla con algo? Un mueble, un cuadro, un adorno, pintura de otro color, ¡algo!
Deberíamos poder tener la libertad de despojarnos de tanta cosa y elegir un estilo más libre, minimalista o sencillo.
El problema del espacio en blanco
Los espacios en blanco parecen incómodos. No nos gusta cuando sucede en una pared, o cuando hay un cuarto vacío, o cuando se produce una pausa en la conversación. Siempre sentimos la necesidad de rellenarlo. ¿Por qué será? ¿Por qué nos produce esa incomodidad?
Es cierto, nos deja inquietas y con ganas de cubrirlo con cualquier cosa, para sentir esa sensación de bienestar que produce el “algo lleno”.
¿Por qué no?
¡No lo sé! Parece que alguien dijo que no puede quedar una pared en blanco. ¿Es una ley? ¿Una regla de decoración que hay que seguir?
Mira, por más reglas que haya, eres tú la que vive en esa casa y la que decide qué poner y qué no. Por lo tanto, tienes la libertad de disfrutar de tu espacio vacío o de tu pared en blanco.
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¿Qué beneficio tiene una pared en blanco?
El primer beneficio es la libertad, es tener un espacio tranquilo en donde mirar, algo sin cargar tanto, algo simple, sencillo, en donde aquietar la mente y no sentir contaminación visual.
Otra cosa que es buena para todas, es que si no hay nada ahí, no habrá nada que limpiar.
Imagina llenar esa pared libre con un mueble lleno de adornos y objetos: ¡va a juntar polvo! Por lo tanto, alégrate de dejar el espacio vacío, sin nada que se ensucie.
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¿Y si no te gusta?
Y si te sigues sintiendo incómoda con esa pared en blanco pero ya no quieres agregar otro mueble o alguna decoración para no recargar tanto la habitación, puedes optar por reorganizar lo que ya tienes allí, cambiando de lugar las cosas, creando una nueva composición, con tu sello personal y en base a tus gustos, ni más ni menos.
¿Qué piensas tu? ¿Te gustan las paredes en blanco o prefieres llenarlas con algo? ¿Te incomoda la idea de no colocar decoración? ¡Cuéntanos!