Es el final de la primera temporada de The Walking Dead, y el último episodio apunta a superar a todos los anteriores intentando ofrecer aún más acción, intriga, suspenso y drama. Lamentablemente esta apuesta, que los creadores del show definieron como "despedirse con un bang" (no sabían si iban a tener una segunda temporada) no logra alcanzar del todo su meta, y el resultado es un final apenas aceptable para el nivel de calidad que se estableció en los capítulos anteriores.
No es un episodio malo, pero simplemente tiene huecos argumentales que no podemos obviar por más que queramos. Eso no quita que haya momentos brillantes, pero estos se ven algo desmerecidos por ciertas torpezas de la historia que parecen perfectamente evitables. Después del salto prepárense para una avalancha de spoilers y también posibles adelantos para la próxima temporada.
La llegada de los sobrevivientes el día anterior al agotamiento del combustible en el CDC y que Jenner optase por encerrarlos sólo para dejarlos salir al último momento, fueron clichés extremadamente forzados. También me molestó el truco de la granada y el hecho de que debiesen dejar abandonadas todas las armas militares y seguir con los mismos rifles y escopetas.
Me alegró mucho que no revelasen completamente el origen de la infección zombie ya que el misterio es más interesante que la respuesta y espero que esta nunca llegue. Finalmente para los curiosos que quieren saber qué le dijo Jenner a Rick antes de irse, probablemente se trate de los resultados de la prueba de sangre que les hizo a los personajes y que seguramente reveló que Lori esta embarazada (un tema para la próxima temporada, y si resulta ser cierto claro ya que esto es pura especulación).
Puntaje: 7/10- Un final digno más no brillante que deja el terreno listo para una segunda temporada que esperaremos ansiosamente y que con sus 13 episodios promete ser el evento televisivo del año.