Marvel convierte a Shuri en una Guardián de la Galaxia y... ¡Groot aprende a decir otra palabra!
La saga de cómics de Shuri escrita por Nnedi Okorafor ha tomado un rumbo bastante inesperado; la palabra adecuada para describirlo sería «espacial» porque literalmente Shuri dejará Wakanda para sumarse a una aventura de escala cósmica.
Todo comienza con la desaparición de T’Challa y Eden Fesi, que quedan perdidos en el espacio. Esto causa que « La trompa del Elefante», el consejo de mujeres de Wakanda comandado por la reina Ramonda se reúna para determinar qué hacer ante la falta de su líder, algo que desemboca en la decisión de que Shuri vuelva a convertirse en Black Panther.

Por cierto, Shuri se niega a ser Black Panther una vez más y decide poner todas sus energías en buscar a su hermano perdido, aunque no sin contar con la ayuda de dos «exesposas» de T’Challa, Ikoko y la mismísima Ororo Munroe, es decir, Storm de X-Men.
Si bien tanto Shuri como Storm apuestan por un plan que involucre viajar al espacio a través de métodos convencionales, Ikoko prefiere que Shuri utilice un árbol baobab para contactarse con T’Challa y luego personificarse con su forma astral en el lugar donde está su hermano.

Ante la desesperación, Shuri accede a seguir el plan de Ikoko y comienza su viaje astral a través del Baobab. Rápidamente ella encuentra la nave de T’Challa, aunque por alguna extraña razón su cuerpo astral no consigue detenerse y sigue directo hacia un agujero espacial…
¡Shuri se convierte en Groot!
Si, has leído bien, la forma astral de Shuri cae por ese agujero y va a parar ni más ni menos que al cuerpo de Groot, que inmediatamente comienza a decir: «I’m Shuri» en lugar de su clásico «I’m Groot» porque claro, ahora Shuri es Groot (sí, lo sé, es una demencia).
Por lo tanto, además de tener que encontrar a T’Challa, Shuri tiene un nuevo problema: encontrar la forma de salir del cuerpo de Groot y, por si fuera poco, salir del lío en que Groot y Rocket se encontraban en ese momento.
Definitivamente, vale la pena leer Shuri #2.
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