El año pasado ya informábamos desde esta página la importancia que estaba cobrando el Crack Bang Boom (CBB) dentro del circuito de convenciones dentro de Latinoamérica. En su quinta edición celebrada entre el 14 y 17 de agosto pasados, este evento que reúne a comiqueros, autores, editores y público en general no hizo más que afianzar su importancia en el panorama actual. Las 20 mil personas que se reunieron en Rosario, Argentina, son una muestra de ello.
Paralelamente al aumento de concurrentes que visitan el Crack Bang Boom los organizadores van subiendo la apuesta todos los años. En este caso agregaron un tercer galpón en el Centro de Expresiones Contemporáneas para agrupar los stands, sumando así ocho espacios en total para todo el festival.
Alto nivel en Crack Bang Boom
Cabe destacar la instalación del Callejón de los Artistas, un pasillo donde diversos dibujantes pasaban largas jornadas firmando ejemplares o dibujando ejemplares para el público. También fue muy interesante la muestra dedicada a la historieta italiana ( Comics Che Passione!) y española ( Tebeos). Las mismas, dispuestas en una lujosa instalación, se podían apreciar algunos originales prácticamente históricos y como tentados bonus ojear y leer lujosas ediciones de historietas inaccesibles en esta parte del mundo.
Una tradición del CBB es contar con grandes estrellas del ambiente como atracción gracias a las gestiones del dibujante Eduardo Risso ( 100 balas, Batman) auténtico motor del evento. Este año los asistentes pudieron disfrutar de las charlas, fotos y firmas del prestigioso autor francés Régis Loisel ( Peter Pan, La búsqueda del pájaro del tiempo), el dibujante nominado al Eisner de este año Juan Ferreyra ( Colder, Constantine), el canadiense y actual dibujante de Swamp Thing Yanick Paquette, el productor de El Secreto de sus Ojos y Metegol, Axel Kuschevatzky y Dan DiDio, editor ejecutivo de DC Comics, responsable (¿culpable?) de los New 52 y verdadero plato fuerte para los fans.
Punto de encuentro
La importancia del CBB no es solo por la apertura del mundo de la historieta y sus derivados al gran público, que siempre fue el principal objetivo (cumplido) de los organizadores. También es fundamental la interacción que se produce entre los concurrentes que hacen a la convención. En esos cuatro y siempre soleados días se genera una convivencia entre los expositores e invitados que rápidamente derivan en nuevos proyectos.
Junto a las inoxidables revistas de DC, Marvel y el merchandising relacionado al cine y los videojuegos, también se pueden encontrar por los pasillos del CBB a interesantes editoriales independientes que exponen su material en los stands. Dead Pop, Terminus, La Pinta, Salamanca, LocoRabia, Llanto de Mudo, Belerofonte, entre un larguísimo etcétera, ofrecen un tentador catálogo integrado por historias novedosas a un buen precio. Tal vez se eche en falta un poco más de material del viejo continente entre la oferta general.
Es necesario remarcar la cantidad de artistas y editores extranjeros que año a año llevan sus libros a Rosario. Pese a que hay una obvia predominancia de argentinos, Uruguay, Chile, Bolivia y Brasil dicen presente a través de editoriales que llevan sus obras y en algunos casos artistas a las orillas del río Paraná.
Y por supuesto el CBB es una usina para los artistas emergentes, ya que encuentran aglutinados en un mismo espacio a la totalidad de editoriales argentinas, más las ya mencionadas extrajeras. Y la posibilidad de publicar no se agota en Latinoamérica, ya que año a año se organizan presentación de material a los editores que llegan como invitados. En este caso Dan Didio, que a lo largo de su estadía fue estudiando los dibujos presentados luego de un preciso protocolo y seleccionando a potenciales empleados de DC Comics.
El festival tiene un cierre de lujo al aire libre, donde esmerados cosplayers desfilan frente a una pasarela que a sus pies tiene una enorme audiencia que haría morir de envidia a más de un diseñador de alta costura.
El diente del engranaje
Los números no mienten, cada vez que ocurre el CBB la historieta de esta parte del continente se revoluciona. Y es que si hay una verdadera intención de llevar este arte un paso más allá, es vital que haya un evento de estas características que integre el diente faltante de un engranaje que está empezando a andar. El talento hace tiempo que está, solo hace falta los competentes anexos que aparentemente se están construyendo.
Que tanta gente se reúna en torno a esta temática es un síntoma de una industria (en el buen sentido del término) queriendo despertar. Es claro que los números que se manejan en torno a la historieta en Estados Unidos, Europa y Japón son solo un sueño en comparación con lo que sucede en la actualidad. Pero la materia prima de la historieta son los sueños, y que el Crack Bang Boom sea una cosa concreta y palpable no hace más que aumentar las ansias de querer mejorar el mundo a fuerza de viñetas y cuadritos.