El final de Game of Thrones está cerca y, entre otras cosas, eso se puede percibir en el cambio favorable que ha obrado sobre el misterioso azar del tiempo en la serie, antes trágico e inoportuno, pero ya no.
Ahora todos llegan a donde tienen que llegar, rápidamente, y todos se reencuentran con quien necesitaban hacerlo, en el momento en que necesitaban hacerlo.
Las apuestas se están cerrando, y los bandos también.
El cuarto episodio de la temporada 7 de Game of Thrones, "The Spoils of War" pese a ser el más breve de todos, ciertamente no estuvo falto de intensidad y tensión, y no es difícil suponer que se ubicará eventualmente como uno de los más memorables.
Un episodio que incluyó momentos largamente esperados, que llevó a un nuevo nivel la manifestación física y material de uno de los dos elementos esenciales de la historia.
Pero antes...
Economía de guerra

Fue un episodio tranquilo para Cersei Lannister en Desembarco del Rey, que no hizo más que asegurarse el favor económico del Banco de Hierro de Braavos, asombrando a su representante Tycho Nestoris con la rapidez y la eficacia del pago de su abultada deuda, aún si este pago no incluye los intereses.
Pero sin dudas ambos están poniendo la carreta por delante de los bueyes (o por delante del dragón) al hablar de una deuda saldada antes de que esto ocurra efectivamente.
«Cuenta con nuestro apoyo» le dice Nestoris a Cersei, aunque luego aclara: «ni bien el oro llegue».
El oro ya estaba en camino a Desembarco del Rey cuando la caravana comandada por Jaime Lannister y Ser Bronn tuvo este pequeño e incendiario inconveniente, pero ahora no es seguro que la deuda con el banco sea saldada. O, en todo caso, ese oro será necesario para los Lannister (por lo menos para recuperar su ejército).
La cancelación del pago de la deuda significaría el quebranto del lema de los Lannister, pero será también el del Banco de Hierro.
Después de todo, «el Banco de Hierro siempre obtiene lo que le pertenece». De una u otra forma.
Las hermanas Stark
Por fin Arya pudo volver a casa, después de tanto tiempo.
Lamentablemente, su casa no es la misma, los guardias ni siquiera la reconocen, las personas que ella recuerda ya no viven allí y recibe con sorpresa la noticia de que ante la ausencia de Jon Snow es su hermana Sansa la que está a cargo de Winterfell.
Sobra decir que tampoco Arya Stark es la misma que cuando se fue de allí, de modo que la reunión con sus hermanos no fue tanto un reencuentro como un descubrimiento, algo un poco más frío que lo que podríamos esperar.
De todas maneras, las dos hermanas tuvieron un significativo momento junto a la estatua de su padre, donde reconocieron con tristeza que ya casi nadie de los que lo conocía vive.
Excepto, claro, por ellas dos. Ned Stark, su legado y sus enseñanzas, viven en Arya y en Sansa, podemos suponer, pese a que ambas crecieron en circunstancias menos felices y bajo influencias menos honorables.
¿Un nuevo nombre en la lista negra?
La llegada del nuevo Bran Stark (es decir, del Cuervo de tres ojos, o el Charles Xavier de Westeros) a Winterfell, con su desapego emocional, su aura mística y su perturbadora remembranza de una noche traumática, fue inquietante para Sansa, pero tal vez el que más deba preocuparse con su presencia es el taimado y escurridizo Littlefinger.
Nadie se vería tan perjudicado como él ante la amenaza de que alguien pueda conocer sus acciones del pasado o sus misteriosas intenciones, algo que fue apenas sugerido con la referencia a aquel gran discurso del caos y la escalera.
¿Está cerca el final de Littlefinger? La misteriosa daga de acero valyrio que alguna vez casi mata a Bran Stark (¿quién mandó a matarlo? Littlefinger no sería una suposición descabellada) y que ahora pasó de manos hasta llegar a Arya, puede ser la clave.
Pinturas convenientes
El lento y dificultoso camino hacia la alianza entre Daenerys Targaryen y Jon Snow que todos esperamos, tuvo sus avances esta semana, en parte gracias a unas pinturas prehistóricas en una cueva, tan convenientes para el argumento del Rey del Norte que casi se podría pensar que él mismo las pintó.
Las imágenes, sin embargo, fueron pintadas por los Niños del Bosque y los muestra a éstos aliados con los Primeros Hombres para luchar contra los Caminantes Blancos, «a pesar de sus diferencias», una analogía que calzó a la perfección en este momento extrañamente íntimo entre Jon y Dany, que parecen cada vez más cercanos.
En efecto, Ser Davos, que se ha convertido en algo así como el comic relief de esta temporada, se vio obligado a mencionar esa creciente cercanía con una de las líneas más graciosas de Game of Thrones que no hayan sido proferidas por Tyrion Lannister.
Ser Davos está justificado al pensar así, ignorando los lazos sanguíneos que unen a la Rompedora de Cadenas y al Rey del Norte.
Todos los demás no. Shame on you.
Canción de fuego y más fuego
«Eres un dragón. Sé un dragón» le dijo la difunta Olenna Tyrell a Daenerys, con palabras que probablemente resonaron ante la sucesión de derrotas, con ese ofuscado «¡basta de planes ingeniosos!».
Un tema recurrente en Game of Thrones ha sido el del delicado equilibrio entre hacer lo que es moralmente correcto y honorable, y cometer una estupidez fatal.
La figura de Ned Stark es la encarnación misma de esto, y su tragedia la que ha impulsado a los que más lo veneraron, es decir sus hijos, a buscar un punto intermedio, o una posición alternativa.
También Daenerys, aunque en su caso es por contraste con el legado de su padre, la que tiene la misma tendencia, la que le ha valido sus peores derrotas.
Si quieren ganar, deben perfeccionar este arte de no traicionar sus principios pero tampoco caer por culpa de ellos.
Así, en lugar de un ataque definitivo y brutal contra Desembarco del Rey con todo su ejército, con los daños colaterales que eso significaría, Daenerys decidió —tras el valorable consejo del mismísimo Rey del Norte— realizar un ataque puntual, con los Dothraki y con Drogon, a la caravana de los Lannister, que viajaban desde Alto Jardín.
Y se alzó con la victoria.
La batalla es otra de esas épicas que Game of Thrones acostumbra tener cada temporada, pero es la primera en la que vemos en todo su esplendor el poderío y las ventajas de tener un dragón adulto en pleno combate, un ataque impresionante y deslumbrante.
En cierto modo, una competencia desleal.
Aunque otra sería la situación si el ataque no es por sorpresa.
El episodio pone muy alto el listón hacia lo que vendrá, pero deja también lugar a la imaginación y a la posibilidad de una contienda todavía más grande, de mayor impacto (basta sólo con imaginar un dragón cayendo herido de muerte por el arma diseñada por Qyburn).
Por lo pronto, lo que resta de la temporada 7 de Game of Thrones deberá lidiar con las enigmáticas consecuencias de esta épica batalla, incluyendo el destino de Jaime Lannister que se perdió en profundidades inesperadas, luego de no reconocer la difusa línea que separa el coraje de la estupidez.