"No sé cómo vivir sin ti"
Un año de dolor y lucha política contra las armas en Uvalde
Por: Patricia Clarembaux y Javier Figueroa
24 de mayo de 2023
Un hijo que pierde a sus padres es un huérfano. Un esposo que pierde a su esposa es un viudo. Para los padres que pierden a sus hijos no existe un término en el diccionario, mucho menos cuando los hijos mueren en un tiroteo masivo.
Este 24 de mayo se cumple el primer año de la masacre de 19 niños y dos maestras en las aulas de la escuela Robb, en Uvalde, Texas. Es el segundo peor tiroteo ocurrido en una primaria en Estados Unidos, después de Sandy Hook, que en 2012 dejó a 20 niños y seis adultos acribillados.
Los padres de Uvalde tienen un año durmiendo poco; recordando el último cumpleaños, la última Navidad, el último baile de un padre con su hija, el último abrazo que estrecharon y que no se repetirá. Se atormentan con la pregunta de por qué no dejaron a los niños en casa ese día. Siguen recriminando a las autoridades que tardaran 77 minutos en neutralizar al atacante y no segundos. Se cuestionan si podrán enviar de nuevo a la escuela a sus hijos supervivientes.
A pesar del profundo luto, ellos y la comunidad que les acompaña han pedido en el Capitolio de Austin y al gobernador republicano, Greg Abbott, en su propia casa, que el estado haga reformas para aumentar de 18 a 21 la edad para comprar rifles de asalto.
Hasta ahora, no ha habido cambios significativos.
Este especial quiere mostrar el duelo que han atravesado tres familias de Uvalde, que bien puede parecerse al de los padres y hermanos de Sandy Hook, de Parkland o de Columbine.
Se muestra a través de un compendio de tuits escritos durante el último año por Gloria Cazares, la madre de Jacklyn Cazares, de 9 años, y tía de Annabell Rodríguez, de 10 años. Ambas murieron en el tiroteo. También por Kimberly García y Ángel Garza, padres de Amerie Jo Garza, la niña de 10 años que intentó marcar al 911 y fue baleada por el atacante. Y por Kimberly Mata-Rubio, la madre de Alexandria ‘Lexi’ Rubio, que el 24 de mayo de 2022, más temprano, había recibido un reconocimiento por su buen desempeño académico.

Aún me cuesta creerlo…

Desliza

Mark Barden perdió a su hijo Daniel, de 7 años, en la masacre de la primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut. Han pasado casi 11 años de aquella tragedia y para él, su esposa y sus dos hijos sobrevivientes, el dolor no acaba.
Asegura que la muerte de su hijo está permanentemente en su cabeza, porque Daniel no murió tras un accidente o por una enfermedad, sino porque “alguien así lo decidió”.
“No hay manera de describirlo porque no es natural. Por eso es que no hay palabras para catalogar a un padre que perdió a un hijo en un tiroteo masivo”, dice a Univision Noticias. “Eso hace tan difícil que uno pueda seguir adelante”.

La fortaleza detrás del coraje: #RecuerdenSusNombres

Después del 24 de mayo de 2022, las familias de Uvalde aseguran en sus cuentas de Twitter y en sus entrevistas que sus hijos se han convertido en la fuerza que les permite seguir adelante.
Con ese empuje, ellos y sus allegados han viajado a Austin varias veces durante 2022 y 2023 para contarle a los congresistas estatales el impacto que el tiroteo de Uvalde dejó en sus vidas y para pedirles que den su visto bueno al proyecto de ley HB 2744, que contempla un aumento de la edad para comprar rifles semiautomáticos, de 18 a 21 años.
"Hace un año”, dijo el padre de Jacklyn Cazares en una rueda de prensa el 8 de mayo, “mi hija hizo su comunión. Cerca de un mes después, la enterré con el mismo vestido. Al señor Guillén y a todos los que estén frenando este proyecto de ley, es triste decirlo, pero habrá más sangre en sus manos”, aseguró al dirigirse al representante republicano Ryan Guillén, quien preside el comité sobre seguridad comunitaria donde estaba estancado el proyecto.
Ese mismo día se abrazaron y celebraron en nombre de sus hijos que el comité del Congreso que revisaba el proyecto HB 2744, lo pasó a la Cámara de Representantes estatal. En sus tuits contaban que haber revivido el trauma de sus historias para llegarle a los legisladores, había valido la pena.
“Dulce niña, lo hiciste”, escribió Kimberly García a su hija Amerie ese día, al celebrar el logro. “No dejaré que te olviden. Estás haciendo una diferencia, Amerie. Sé que siempre estás conmigo”.
Mark Barden también celebró esa tarde. Él había pujado junto a las familias de Uvalde para que ese proyecto siguiera su camino hacia la cámara baja de Texas. Para él, la lucha a nivel de políticas —estatales y federales— es lenta pero necesaria.
Apenas meses después de que Daniel fue baleado en la primaria Sandy Hook, otros padres y Barden ya habían puesto en marcha Sandy Hook Promise para honrar la memoria de sus hijos. La constituyeron como una organización sin fines de lucro, con programas de detección temprana de hechos violentos y como forma de presión para que los políticos hicieran leyes que pudieran prevenir más tiroteos.
”Me di cuenta de que protegiendo a otros estaba honrando a Daniel. Era también para mí una forma de proteger a mis hijos sobrevivientes, James y Natalie. Y bueno, mi meta es prevenir que otras familias vivan este dolor que se queda de por vida y que es causado por una violencia armada que es absolutamente prevenible”.

Lo siento, no están solos

Diez días antes del 24 de mayo de 2022, Estados Unidos había vivido el tiroteo en un automercado en Buffalo, donde un hombre disparó su fusil tipo AR-15 y mató a 10 personas, la mayoría negras. Después del 24 de mayo los incidentes no cesaron y el 27 de marzo ocurrió un tiroteo en otra escuela primaria en Nashville, Tennesse: una mujer con dos rifles de asalto y una pistola mató a disparos a tres niños y tres adultos.
Después de ese y otros tiroteos, las familias de Uvalde, de Sandy Hook, de Parkland se han solidarizado con los sobrevivientes, quienes, aseguran, han entrado con ellos a “un club del que no pidieron ser parte”.

La Escuela de Criminología y Justicia Criminal de la Universidad del Northeastern consideró 2022 como el año más mortal por tiroteos masivos en Estados Unidos: 186 personas habían muerto hasta noviembre frente a las 175 registradas en todo 2019, el año con mayores números hasta entonces.
2023 no luce mejor. Ha habido tiroteos masivos con rifles estilo AR-15 a plena luz del día en centros comerciales, en escuelas, en universidades, e incluso a plena madrugada dentro de una vivienda en Texas. La misma base de datos muestra que en lo que va de año han ocurrido 23 incidentes —con cuatro o más muertos— que han dejado 119 víctimas. Ambos números están por encima de los reportados en 2019.

No volveremos a sentirnos seguros

Dos meses después del tiroteo en la primaria Robb, en Uvalde, Kimberly García recibió de parte del Buró Federal de Investigaciones (FBI) los restos de la mochila tiroteada de su hija. Tres meses después, esta familia no había podido volver a su casa porque el atacante que mató a su hija y a sus 18 compañeros vivía a una cuadra de ellos. Poco tiempo después, en septiembre, no habían podido llevar de nuevo a su hijo menor a la escuela por el miedo a perderlo también a él: “No hay forma de que eso pase”, escribió esta madre.
Mark Barden asegura que para ellos y para todos los familiares de víctimas de tiroteo “no hay forma correcta de seguir adelante, no hay un ‘supéralo’. Deben hacerlo de la manera que les parezca mejor”.
En su caso, contó a la revista Rolling Stone que poco después del tiroteo en Uvalde, su esposa Jackie y él salieron a dar vueltas en el carro, en silencio, hasta que ella se volteó y le dijo: “Esta es la noche de viernes para estos padres”. Él sabía exactamente a qué noche de viernes se refería ella: a la del viernes 14 de diciembre de 2012, cuando ellos se enteraron de que su hijo Daniel era uno de los niños muertos en el tiroteo en la primaria.
Esa noche recordó haber pasado del shock a no poder controlar el ritmo al que andaba su cabeza. Desde entonces no ha parado de contar la destrucción que la muerte de Daniel dejó en su familia.
Meses después, en septiembre de 2013, se unió a Sandy Hook Promise y desde entonces su lucha para honrar a su hijo no ha cesado. En casi 11 años sólo han alcanzado un éxito legislativo, “una pequeña pieza legislativa a nivel federal. No es suficiente. Se necesita más y tiene que pasar más rápido”, asegura.
Ese éxito es la ley de Comunidades más Seguras, que entre otras cosas refuerza servicios de salud mental a nivel estatal y escolar, así como las verificaciones de antecedentes para compradores menores de 21 años —no universal. También financia la implementación de leyes para confiscar armas a personas consideradas como un peligro, aunque no pone límites a la venta de armas de asalto.
Mientras se fragua ese lento camino legislativo, en Sandy Hook Promise decidieron acelerar en acciones y crearon programas para dar herramientas a los estudiantes, a los maestros y a los padres para prevenir tiroteos.

Discúlpame, hijo, no pude protegerte

Los padres de Uvalde creen que sus hijos muertos no son las únicas víctimas a las que no pudieron proteger. En sus cuentas de Twitter piden perdón a sus hijos sobrevivientes por estar viviendo una pérdida tan dura a tan corta edad.
A Amerie, a Lexi, a Jacklyn les piden perdón por haberlos llevado al colegio ese día.

Sandy Hook Promise asegura en su reporte de 2022 que décadas de investigación en tiroteos masivos y en escuelas revelan una amenaza común: hay signos de alarma que preceden a un ataque. “Eso significa que la violencia armada no es inevitable, es prevenible”, aseguran.
Y para prevenirla han diseñado programas virtuales gratuitos para niños y jóvenes que les permiten reducir el aislamiento social al reconocerlo e identificar cómo ayudar a un estudiante en esa situación. Les enseñan además a entender la empatía, cómo crear relaciones saludables e inclusivas y cómo detectar señales de alerta en su entorno. Con ello, aseguran, han reducido en las escuelas el bullying y otros comportamientos negativos, y han permitido mejorar las conexiones sociales entre estudiantes.
Otro de sus programas es un centro de reportes anónimos llamado ‘Dilo’. Desde que fue creado en 2018, cuentan, han recibido más de 130,000 tips con reportes que han permitido prevenir —hasta junio de 2022— al menos nueve tiroteos masivos y más de 300 suicidios en adolescentes.
Para ello, les dan herramientas para reconocer signos que obvian en sus compañeros de clase y conocidos por no considerarlos importantes, pero que a veces pueden llevar a actos de violencia y tener “trágicas consecuencias”.
“Los estudiantes realmente se lo toman en serio y se cuidan unos a otros. Además de prevenir cosas malas, también estamos construyendo una cultura en los estudiantes para que estén por encima del estándar, para que sean más compasivos, para que estén pendientes los unos de los otros, más conectados”, cuenta Barden.

Le fallaron a nuestros hijos

Para los padres de Uvalde, muchas autoridades le fallaron a sus hijos. Este miércoles se cumple un año del segundo peor tiroteo en una escuela en Estados Unidos y aún no hay una conclusión sobre la investigación de las fallas en las que incurrieron las autoridades para frenar al atacante.
Lo más cercano es el reporte de los legisladores en Texas, que aseguró que el 24 de mayo de 2022 había cerca de 400 oficiales de distintas agencias federales, estatales y locales en la escena, que esperaron durante más de una hora para confrontar al sujeto armado.
El informe acusa a decenas de agentes de “fallas sistémicas y una toma de decisiones atrozmente mala”. Concluye que “es plausible” que una mejor respuesta policial hubiera podido salvar vidas.
Con esa información a cuestas y con una escuela cerrada tras la masacre, las familias de Uvalde pasaron 2022 y 2023 sin celebraciones, peleadas con sus creencias religiosas y recriminando a sus líderes estatales que sus hijos fueron víctimas de un atacante que a sus 18 años —sin que nadie lo frenara— compró dos rifles de asalto tipo AR-15, 60 cartuchos y más de 200 rondas de municiones.
La protesta de los padres de Uvalde ha dejado hasta ahora al menos a cinco oficiales que han sido puestos bajo investigación, que han sido despedidos o han renunciado. Se han plantado también frente a la residencia de Abbott para pedirle que los escuche y promueva cambios y un debate.
Para ellos la pelea está comenzando.
Barden tiene casi 11 años en ella. Sandy Hook Promise nació de la necesidad de “hacer más” que sólo intervenir en materia de políticas: “Queríamos salvar vidas y prevenir estas tragedias sin tener que esperar por la legislación”. Con Daniel en la mente a cada momento, dice que seguirá batallando en ambos frentes, el político y el comunitario. Para él, la pelea de tantos años “ha valido la pena desde el inicio”.
Si tú o alguien que conoces necesita ayuda, pueden buscarla en: National Association of School Psychologists: (301) 6570270/ Toll Free: 866-331-NASP The National Child Traumatic Stress Network: (310) 2352633 o (919) 6821552