Un hijo que pierde a sus padres es un huérfano. Un esposo que pierde a su esposa es un viudo. Para los padres que pierden a sus hijos no existe un término en el diccionario, mucho menos cuando los hijos mueren en un tiroteo masivo.
Este 24 de mayo se cumple el primer año de la masacre de 19 niños y dos maestras en las aulas de la escuela Robb, en Uvalde, Texas. Es el segundo peor tiroteo ocurrido en una primaria en Estados Unidos, después de Sandy Hook, que en 2012 dejó a 20 niños y seis adultos acribillados.
Los padres de Uvalde tienen un año durmiendo poco; recordando el último cumpleaños, la última Navidad, el último baile de un padre con su hija, el último abrazo que estrecharon y que no se repetirá. Se atormentan con la pregunta de por qué no dejaron a los niños en casa ese día. Siguen recriminando a las autoridades que tardaran 77 minutos en neutralizar al atacante y no segundos. Se cuestionan si podrán enviar de nuevo a la escuela a sus hijos supervivientes.
A pesar del profundo luto, ellos y la comunidad que les acompaña han pedido en el Capitolio de Austin y al gobernador republicano, Greg Abbott, en su propia casa, que el estado haga reformas para aumentar de 18 a 21 la edad para comprar rifles de asalto.
Hasta ahora, no ha habido cambios significativos.
Este especial quiere mostrar el duelo que han atravesado tres familias de Uvalde, que bien puede parecerse al de los padres y hermanos de Sandy Hook, de Parkland o de Columbine.
Se muestra a través de un compendio de tuits escritos durante el último año por Gloria Cazares, la madre de Jacklyn Cazares, de 9 años, y tía de Annabell Rodríguez, de 10 años. Ambas murieron en el tiroteo. También por Kimberly García y Ángel Garza, padres de Amerie Jo Garza, la niña de 10 años que intentó marcar al 911 y fue baleada por el atacante. Y por Kimberly Mata-Rubio, la madre de Alexandria ‘Lexi’ Rubio, que el 24 de mayo de 2022, más temprano, había recibido un reconocimiento por su buen desempeño académico.
Aún me cuesta creerlo…
Mark Barden perdió a su hijo Daniel, de 7 años, en la masacre de la primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut. Han pasado casi 11 años de aquella tragedia y para él, su esposa y sus dos hijos sobrevivientes, el dolor no acaba.
Asegura que la muerte de su hijo está permanentemente en su cabeza, porque Daniel no murió tras un accidente o por una enfermedad, sino porque “alguien así lo decidió”.
“No hay manera de describirlo porque no es natural. Por eso es que no hay palabras para catalogar a un padre que perdió a un hijo en un tiroteo masivo”, dice a Univision Noticias. “Eso hace tan difícil que uno pueda seguir adelante”.
La fortaleza detrás del coraje: #RecuerdenSusNombres
Después del 24 de mayo de 2022, las familias de Uvalde aseguran en sus cuentas de Twitter y en sus entrevistas que sus hijos se han convertido en la fuerza que les permite seguir adelante.
Con ese empuje, ellos y sus allegados han viajado a Austin varias veces durante 2022 y 2023 para contarle a los congresistas estatales el impacto que el tiroteo de Uvalde dejó en sus vidas y para pedirles que den su visto bueno al proyecto de ley HB 2744, que contempla un aumento de la edad para comprar rifles semiautomáticos, de 18 a 21 años.
"Hace un año”, dijo el padre de Jacklyn Cazares en una rueda de prensa el 8 de mayo, “mi hija hizo su comunión. Cerca de un mes después, la enterré con el mismo vestido. Al señor Guillén y a todos los que estén frenando este proyecto de ley, es triste decirlo, pero habrá más sangre en sus manos”, aseguró al dirigirse al representante republicano Ryan Guillén, quien preside el comité sobre seguridad comunitaria donde estaba estancado el proyecto.
Ese mismo día se abrazaron y celebraron en nombre de sus hijos que el comité del Congreso que revisaba el proyecto HB 2744, lo pasó a la Cámara de Representantes estatal. En sus tuits contaban que haber revivido el trauma de sus historias para llegarle a los legisladores, había valido la pena.
“Dulce niña, lo hiciste”, escribió Kimberly García a su hija Amerie ese día, al celebrar el logro. “No dejaré que te olviden. Estás haciendo una diferencia, Amerie. Sé que siempre estás conmigo”.
Mark Barden también celebró esa tarde. Él había pujado junto a las familias de Uvalde para que ese proyecto siguiera su camino hacia la cámara baja de Texas. Para él, la lucha a nivel de políticas —estatales y federales— es lenta pero necesaria.
Apenas meses después de que Daniel fue baleado en la primaria Sandy Hook, otros padres y Barden ya habían puesto en marcha Sandy Hook Promise para honrar la memoria de sus hijos. La constituyeron como una organización sin fines de lucro, con programas de detección temprana de hechos violentos y como forma de presión para que los políticos hicieran leyes que pudieran prevenir más tiroteos.
”Me di cuenta de que protegiendo a otros estaba honrando a Daniel. Era también para mí una forma de proteger a mis hijos sobrevivientes, James y Natalie. Y bueno, mi meta es prevenir que otras familias vivan este dolor que se queda de por vida y que es causado por una violencia armada que es absolutamente prevenible”.
Lo siento, no están solos
Diez días antes del 24 de mayo de 2022, Estados Unidos había vivido el
tiroteo en un automercado en Buffalo, donde un hombre disparó su fusil tipo AR-15 y mató a 10 personas, la mayoría negras. Después del 24 de mayo los incidentes no cesaron y el 27 de marzo ocurrió un tiroteo en otra escuela primaria en Nashville, Tennesse: una mujer con dos rifles de asalto y una pistola
mató a disparos a tres niños y tres adultos.
Después de ese y otros tiroteos, las familias de Uvalde, de Sandy Hook, de Parkland se han solidarizado con los sobrevivientes, quienes, aseguran, han entrado con ellos a “un club del que no pidieron ser parte”.
La Escuela de Criminología y Justicia Criminal de la Universidad del Northeastern consideró 2022 como el año más mortal por tiroteos masivos en Estados Unidos: 186 personas habían muerto hasta noviembre frente a las 175 registradas en todo 2019, el año con mayores números hasta entonces.
2023 no luce mejor. Ha habido tiroteos masivos con rifles estilo AR-15 a plena luz del día en centros comerciales, en escuelas, en universidades, e incluso a plena madrugada dentro de una vivienda en Texas. La misma base de datos muestra que en lo que va de año han ocurrido 23 incidentes —con cuatro o más muertos— que han dejado 119 víctimas. Ambos números están por encima de los reportados en 2019.