Por Alice Speri (The Intercept)

No hay nada más estadounidense que Postville, Iowa. La pequeña comunidad rural luce como muchas otras en todo el país: pulcros jardines que bordean calles anónimas alrededor del gran negocio que le da empleo a todo el pueblo, adolescentes que trabajan por turnos en el YMCA local, familias que comparten pastel helado en el sótano de una iglesia después de la misa, niños disfrazados bailando frente a sus padres en el gimnasio de una escuela.

También los jóvenes de Postville son tan típicamente estadounidenses como es posible: los estudiantes de minorías, de unos catorce países diferentes, representan más de la mitad del cuerpo estudiantil de la escuela secundaria local. Cuando los visitantes llegan a la escuela y ven a las niñas somalíes con sus hiyabs, "giran sus cabezas tan rápidamente ... que me da miedo que se lastimen el cuello", dijo el director. "Eso no sorprende a nuestros niños".

En Postville, como en todo Estados Unidos, una chica blanca de una familia conservadora puede salir con un chico guatemalteco que fue traído a Estados Unidos indocumentado, y él puede pasar el rato en casa de la chica mirando televisión y haciendo bromas con su hermano, simpatizante de Trump, que piensa que el novio es "un chico genial", pero que también cree que "si estás aquí ilegalmente... Es incorrecto". Y en Postville, como en todo Estados Unidos, las familias de estatus mixto son la norma. Los niños ciudadanos de Estados Unidos tienen padres indocumentados; una niña puede ir sola a la escuela en Iowa, mientras que la familia que no ha visto en cuatro años está de vuelta en Guatemala y no puede ir a visitarla.

Éstas y otras historias de Postville se exploran en un nuevo documental de Univision, publicado en sociedad con The Intercept, el cual cuenta la historia del pequeño pueblo de Iowa una década después de una redada masiva de inmigración en la planta empacadora de carne local. La diversidad y la resiliencia de los habitantes de Postville son un reflejo de las fortalezas del país, así como el profundo racismo, tanto casual como sistémico, que definió la historia del pueblo la ciudad es una realidad omnipresente de la vida estadounidense.

La primera oleada de inmigrantes que se mudó a este punto de comercio vino de Alemania. Cuando, en 1987, los judíos jasídicos de Nueva York compraron el negocio de empacadoras de carne de la ciudad y lo convirtieron en la planta kosher más grande del país, "mucha gente tenía miedo de que los judíos se adueñaran de la ciudad", dijo el alcalde de Postville a Univision. Luego vinieron los rusos, los mexicanos y los de Europa del Este, seguidos de centroamericanos, principalmente de Guatemala, todos para trabajar en la planta –un trabajo agotador e ingrato que pocos estaban dispuestos a hacer–. "Sabíamos que algunos de ellos eran ilegales, pero nadie quería hacer nada al respecto", dijo el alcalde.

El 12 de mayo de 2008, cientos de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) llegaron a Postville como parte de la Operación Endgame de la administración de George W. Bush, cuyo propósito era deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados en el país en el plazo de una década. (Una década más tarde, el número de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos se mantiene prácticamente invariable).

La redada fue la más grande jamás realizada hasta ese momento: en cuestión de pocas horas fueron detenidas 389 personas, casi el 20 por ciento de la población. En los días posteriores, desapareció casi la mitad del pueblo de la ciudad, pues quienes no habían sido arrestados por el ICE huyeron por temor a más redadas, o porque habían perdido a sus seres queridos o su fuente de ingresos. De la noche a la mañana, la redada transformó una vibrante comunidad en una ciudad fantasma traumatizada, sacándoloa repentinamente del anonimato y haciendo de su nombre un símbolo de las políticas migratorias de línea dura.

El ICE montó una operación a gran escala. Los helicópteros sobrevolaron sobre el pueblo durante horas, mientras cientos de agentes armados ocuparon las calles. Testigos presenciales dijeron que los agentes del ICE persiguieron a quienes intentaron escapar, los persiguieron hacia los campos e irrumpieron en sus hogares. Los agentes también irrumpieron en la planta y amenazaron con dispararle a quien se moviera. Quienes intentaron esconderse fueron golpeados, según lo que se informó ese día. Después de la redada, los trabajadores fueron trasladados en autobús dos horas hacia el National Cattle Congress, una instalación que normalmente se utiliza para ferias de ganado. En ese lugar, un antiguo salón de baile se convirtió en un tribunal federal para el procesamiento expedito de los cargos penales presentados contra los trabajadores. Un abogado representó a 20 detenidos a la vez. Fueron llevados al baño con grilletes en las manos y los pies.

Fue, en palabras de un ex empleado judío de la planta, "lo mismo que el pueblo judío debe haber sentido bajo la Alemania nazi". Una década más tarde, conforme la administración del presidente Donald Trump acelera operaciones de inmigración similares en la frontera y en todo el país, es cada vez más difícil oponerse a esa comparación.

La redada de Postville costó cinco millones de dólares y destruyó la economía del pueblo. A medida que la gente se desapareció, también se desapareció el dinero que habían gastado en rentas, víveres y lavanderías. Las tiendas y los restaurantes locales cerraron. Tanto las familias inmigrantes como las judías que habían trabajado en la planta comenzaron a depender de la iglesia local para obtener ayuda. El trauma fue inmediato y duradero. Días después de la redada, cuando un camión que transportaba hielo pasó por la ciudad, la gente entró en pánico porque creyeron que la palabra "ICE" pintada en el camión significaba que los agentes de inmigración habían regresado. Años más tarde, un estudio relacionó la redada con un menor peso al nacer de los bebés nacidos de madres latinas en los meses posteriores.

Aunque originalmente estaba destinada a ser la primera de muchas, la redada fue recibida con tal indignación pública que fue la última operación masiva de aplicación de la ley migratoria en un centro de trabajo. Hasta que llegó Trump.

Como ha informado The Intercept, la administración actual ha prometido más operaciones de aplicación de la ley migratoria en los centros de trabajo similares a la que se llevó a cabo en Postville. En enero, Thomas Homan, en ese momento director interino del ICE, dijo que estas operaciones aumentarían en un "400 por ciento" –y hasta ahora, parece que eso se cumplirá–. Las redadas en los centros de trabajo este año fiscal se duplicaron en comparación con el anterior. En abril, 97 personas fueron detenidas en una planta empacadora de carne en Morristown, Tennessee; en junio, 114 fueron detenidas en un negocio de jardinería y paisajismo en Sandusky, Ohio, y cerca de Castalia; días más tarde, 146 fueron detenidas en las instalaciones de un proveedor de carne en las ciudades de Canton, Massillon y Salem en Ohio.

La administración se refiere a estas redadas como instancias exitosas de la aplicación de la ley. Tras la redada de Tennessee, el Fiscal General Jeff Sessions dijo que "no derramaba lágrimas" por las familias separadas por la redada. "En este país no se obtienen ventajas por tener un gran número de trabajadores ilegales trabajando para uno", añadió Sessions, refiriéndose a los propietarios estadounidenses de la planta. "Uno no se beneficia de estar en este país y buscar por todo el mundo al trabajador más barato que se pueda encontrar".

Pero la realidad es que estas redadas no funcionan.

Los inmigrantes siguen llegando, y los estadounidenses los siguen empleando para mantener sus negocios en funcionamiento. Los propietarios de la planta de Tennessee están bajo investigación, pero aún no han sido acusados. El gerente de la planta de Postville fue condenado por 86 cargos de fraude financiero, sin relación con infracciones de inmigración, y condenado a 27 años de prisión –pero Trump conmutó su sentencia el pasado mes de diciembre.

Una década después de la redada, la economía de Postville se ha recuperado en general –pero solo gracias a la afluencia de nuevos inmigrantes y refugiados–. Los nuevos propietarios de la planta tuvieron que reclutar trabajadores de todo el país, y trajeron a la ciudad una nueva comunidad de refugiados somalíes, mientras que muchas familias centroamericanas regresaron. Postville es más diversa hoy que nunca antes.

"En una ciudad pequeña, si no creces, te mueres, y ahora mismo hay una tremenda lucha en los pueblos pequeños y las comunidades rurales para mantener las poblaciones que tienen y reclutar nuevas", le dijo Matt Hildreth, director político del grupo de derechos de los inmigrantes America's Voice, a The Intercept esta primavera pasada.

Mark Greay, un antropólogo que ha estudiado la redada, dice en el documental que no disuadió a la inmigración a largo plazo. "Se puede planificar y se puede tener la esperanza de lograr algo mediante acciones como ésta. Pero el negocio de la inmigración y la presencia de inmigrantes y refugiados recién llegados son tan dinámicos que toda la planificación a largo plazo en el mundo puede no servir para absolutamente nada", dijo. "¿Funcionó? No. Porque la gente siguió viniendo".

"Realmente no entiendo cómo se puede vivir en esta ciudad y estar en contra de los inmigrantes", dijo el chico guatemalteco en el documental, que ahora disfruta de un estatus legal en Estados Unidos gracias al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia de la administración Obama. "Quizás a la generación anterior no le gusta convivir con los demás", dijo un joven somalí que llegó recientemente a Postville. Pero, continuó, "nuestra generación será muy diferente a la de nuestros padres".

Los defensores de las draconianas restricciones a la inmigración a menudo alegan que quieren a Estados Unidos primero, pero deben aceptar el hecho de que Postville es Estados Unidos. Oponerse a la diversidad del país es librar una guerra que ya está perdida.

Ver documental (42 minutos)
El legado de una redada migratoria
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En colaboración con &
Ha pasado una década desde que el pequeño pueblo de Postville, Iowa, sufrió la mayor redada migratoria en un centro laboral en la historia de Estados Unidos: 389 inmigrantes fueron arrestados en la planta de carne kosher más grande del país. Con Donald Trump reviviendo las políticas migratorias del gobierno de George W. Bush, la experiencia de Postville sirve como indicador del impacto, eficiencia y repercusiones de las redadas masivas en sitios de trabajo. Leer historia de Alice Speri / The Intercept

La redada en cifras

+1,000 agentes de inmigración
+$5M en gastos directos
389 arrestados, la mayoría de Guatemala

Postville en cifras

Cómo la redada cambió la población
76.9%blancos
20.6%hispanos
0%negros
2000
2010
2016
A principios de los años noventa empezó a crecer la población hispana debido a la demanda de trabajadores en la planta de carne AgriProcessors. A pesar de la redada en 2008, la población hispana siguió incrementando. En el censo de 2016 se puede observar que hay un nuevo sector de población negra que corresponde a la población de refugiados somalíes que llegaron años después de la redada a llenar el vacío dejado por los trabajadores deportados.
Fuente: U.S. Census Bureau
La diversificación de centros religiosos
1871
2000
2016
Antes de la redada existían algunas iglesias locales y latinas y una sinagoga en Postville. Después de la misma se crearon más centros religiosos cristianos latinos y una mezquita, símbolo de la creciente diversificación del pueblo.
Fuente: Investigación propia
Proporción de hispanos según edad
Hispanos
No hispanos
0-4 años
5-9
10-15
15-17
18-19
20-24
25-29
30-34
35-44
45-54
55-64
65-74
75-84
+85 años
50%
41%
58%
22%
77%
9%
90%
19%
80%
25%
74%
57%
42%
50%
49%
34%
65%
17%
82%
5%
94%
3%
96%
0%
99%
0%
100%
0%
100%
2000
2010
2016
Mientras la población de mayor edad es predominantemente blanca, la niñez en Postville es cada vez más diversa.
Fuente: U.S. Census Bureau

Protagonistas

Jorge y Maribel
Jeidy
Kani
Gyora
Ludvin y Bridgette
Drew
Un proyecto de
Un documental de Almudena Toral y Andrea Patiño Contreras
Dirección y producción: Almudena Toral y Andrea Patiño Contreras
Producción ejecutiva: Selymar Colón
Investigación de datos y gráficos: Ronny Rojas
Diseño: Juanje Gómez y Mauricio Rodríguez Pons
Desarrollo web: Juanje Gómez
Cinematografía: Almudena Toral, Andrea Patiño Contreras, Nacho Corbella y Ricardo Weibezahn
Post producción Asociada: Mauricio Rodríguez Pons y Gerardo Del Valle
Ilustración y animación: Mauricio Rodríguez Pons y Bryce Fayaz
Edición: Andrea Patiño Contreras, Almudena Toral, Gerardo del Valle, Mauricio Rodríguez Pons y Anna Clare Spelman
Diseño de sonido: Erik Aldrey
Traducción: David Adams, Carlos Sánchez, Roy Revivo, Sadia Kullane y Abdiwahab Ali
Director Proyectos Especiales: José López
Redes sociales: Carolina Hurtado