¿Si la comida cae al piso por unos segundos se contamina? Un científico tiene la respuesta
Hábitos como compartir palomitas de maíz en el cine o soplar las velas no son tan inocuos como parecen. Experimentos realizados por el profesor Paul Dawson, de la Universidad de Clemson, comprobaron que estas y otras costumbres propagan gran cantidad de bacterias.

Estás comiendo algo y, de repente, se cae al piso, pero lo recoges rápidamente creyendo que de esa forma no se habrá contaminado. El profesor Dawson asegura que el tiempo no es la única variable a considerar. La superficie y el tipo de comida también inciden. Por ejemplo, una sandía o embutido absorben más bacterias que un alimento seco como un cereal. Sorprendentemente, hay menos transferencia de bacterias si la comida se cae en alfombra, en vez de un piso sólido. En todo caso, lo mejor será no recogerlo y evitar riesgos.
Sumerges una parte del bocadillo en el dip para untar, lo muerdes y vuelves a mojar el pedazo restante. A muchas personas les da asco esta práctica porque creen que las bacterias que hay en la boca terminan dentro del plato. ¿Tienen razón? Depende del alimento, responden Dawson y su equipo. Encontraron que el contagio disminuye con el espesor. Si la salsa es muy líquida, no se adhiere bien al bocadillo y es más probable que las bacterias caigan en el dip.
Dawson encontró que hay 14 veces más bacterias en el pastel después de que alguien sopla las velitas.
En este clásico juego universitario los contrincantes lanzan una pelota de ping pong en uno de los diez vasos colocados al otro extremo de una mesa larga. Si aciertan, el adversario bebe el contenido. Jugar una sola ronda basta para notar que la pelotita toca todo tipo de superficies: la mesa, el piso o tierra, las manos de los jugadores y la cerveza. Dawson descubrió que cada una de esas superficies es fuente de bacterias y que las pelotas transfirieron a la cerveza la mayoría de las bacterias que recolectaron.
Dawson y sus estudiantes condujeron experimentos en los cuales untaron una cepa no infecciosa de la bacteria E. coli en las manos de voluntarios y midieron qué tanto las transferían a las palomitas. Demostraron que aunque hubo transferencia, fue únicamente el 0.02% de las bacterias presentes.
Por más refrescante que suene pedirle a tu mesero una rodaja de limón para tu bebida, quizás no sea una buena idea, ya que muchas veces el personal no tiene las manos muy limpias o no refrigeran los limones. Los investigadores untaron las manos de voluntarios con bacterias no infecciosas y midieron la transferencia a limones secos o mojados. Encontraron que 100% de los limones mojados mostraron rastros de bacterias, en comparación con 30% de los limones secos.
Si uno se pone a pensar cuántos cientos de personas manejan cada menú en un restaurante, las siguientes preguntas lógicas son ¿cada cuánto tiempo los limpian? y ¿qué tantas bacterias podrían transferirse de los menús a nuestras manos? Los investigadores descubrieron que hubo 11% de transferencia de bacterias del menú a ambas manos. También encontraron que algunas bacterias pudieron sobrevivir sobre los menús entre uno o dos días.
¿La regla de los cinco segundos?
Estás comiendo algo y, de repente, se cae al piso, pero lo recoges rápidamente creyendo que de esa forma no se habrá contaminado. El profesor Dawson asegura que el tiempo no es la única variable a considerar. La superficie y el tipo de comida también inciden. Por ejemplo, una sandía o embutido absorben más bacterias que un alimento seco como un cereal. Sorprendentemente, hay menos transferencia de bacterias si la comida se cae en alfombra, en vez de un piso sólido. En todo caso, lo mejor será no recogerlo y evitar riesgos.
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