En este 5 de noviembre, celebramos a San Zacarías y Santa Isabel, padres de Juan el Bautista, un matrimonio justo ante Dios que, a pesar de su avanzada edad y la falta de descendencia, recibió la promesa divina de un hijo, transformando su fe en un canto de júbilo y esperanza.
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La historia detrás de San Zacarías
San Zacarías es una figura central en el Nuevo Testamento, conocido por su papel como sacerdote en el templo de Jerusalén. Junto a su esposa, Isabel, ambos son descritos como justos ante Dios, lo que refleja su vida de fe y devoción. Vivieron en un contexto de gran expectativa mesiánica, siendo parte de la historia sagrada que precede el nacimiento de Juan el Bautista. A pesar de su avanzada edad y de no haber tenido hijos, su historia es un testimonio de la intervención divina.
Durante un día de servicio en el templo, San Zacarías recibe la visita del ángel Gabriel, quien le anuncia que su esposa, Isabel, concebiría un hijo. Aunque es un hombre de fe, duda de esta promesa, lo que le lleva a ser castigado con la mudez hasta que se cumpla la profecía. Este episodio resalta la importancia de la fe y la confianza en Dios, así como el papel de San Zacarías en la historia de la salvación.
Relación con Jesús y legado espiritual
La conexión de San Zacarías con Jesús es fundamental, ya que su hijo, Juan el Bautista, sería el precursor del Mesías. Al nacer Juan, San Zacarías recupera el habla y alaba a Dios, profetizando sobre el papel de su hijo en la redención del pueblo. Este acto de fe y reconocimiento de la obra de Dios es un legado espiritual que resuena en la comunidad cristiana.
La vida y obra de Santa Isabel, madre de Juan el Bautista
Santa Isabel es una figura central en el Nuevo Testamento, reconocida como la madre de Juan el Bautista y pariente de la Virgen María. Vivió en un contexto de gran expectativa mesiánica, en tiempos del Imperio Romano. Junto a su esposo, San Zacarías, ambos eran considerados justos ante Dios, lo que refleja su vida de fe y devoción. A pesar de su avanzada edad y de no haber tenido hijos, su historia es un testimonio de la intervención divina y de la esperanza en las promesas de Dios.
La importancia de Santa Isabel se destaca en el relato evangélico, donde se menciona su reacción al recibir la visita de la Virgen María. Durante este encuentro, Isabel proclama: «Bendita tú entre todas las mujeres», reconociendo la grandeza de lo que está por venir. Su fe y su alegría al recibir la noticia de su embarazo son un ejemplo de confianza en Dios y de cómo la fe puede llevar a la realización de lo que parece imposible.
Legado y relación espiritual con Jesús
Santa Isabel tuvo un papel fundamental en la historia de la salvación, ya que su hijo, Juan el Bautista, sería el precursor del Mesías. En el momento del nacimiento de Juan, su esposo San Zacarías recupera el habla y alaba a Dios, profetizando sobre el papel de su hijo en la redención del pueblo. Este acto de fe y reconocimiento de la obra de Dios es un legado espiritual que resuena en la comunidad cristiana. La exclamación de Isabel durante la visita de María, «Bendita tú entre todas las mujeres», se ha convertido en una parte esencial de la oración mariana.
El momento clave de su historia se encapsula en la frase «Tu oración ha sido escuchada», que simboliza la respuesta divina a la fe y la esperanza de este matrimonio. Su vida y su fe son un ejemplo de cómo la confianza en Dios puede dejar un legado de esperanza y devoción en la historia del cristianismo.
Todos los santos que celebramos este miércoles
Zacarías, Isabel, Galación, Epistema, Filoteo, Domnino, Teótimo, Silvano, Félix, Eusebio, Filoteo, Marcos, Fibicio, Román, Magno, Dominador, Milforte, Leto, Marciana, Bertila, Rómulo, María Rafols
Si hoy es tu santo, esta es tu oración
San(ta): a quién de verdad quiero y bajo cuya protección especial me ha puesto mi amada madre la Iglesia al hacerme hijo suyo en el bautismo, te ruego no dejes, hoy ni nunca, de velar para que viva como corresponde a un cristiano y según mi nombre, siguiendo tus ejemplos. Ayúdame en mis dificultades; sobre todo no permitas que caiga en pecado y alcánzame que sepa hacer de mi vida mi mayor consuelo a la hora de la muerte, para ser contigo eternamente feliz. Amén.
* Este contenido ha sido generado con inteligencia artificial y supervisado por el equipo de Univisión.






