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Lo que dice una fractura de cráneo sobre la invisibilidad de los inmigrantes

"Hay una lesiva falencia que, como todos los marginados del mundo, aqueja a los inmigrantes: esa vulnerabilidad de ser invisibles, de no importar, de perder la identidad, de ser juzgado por el sentido de pertenencia de otro o por sus documentos o la ausencia de ellos. Esa candidatura involuntaria a ser considerado menos humano que el resto".
Opinión
Periodista/especialista en narrativas de ficción y no ficción.
2022-06-27T11:11:28-04:00
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"Es una historia mínima, pero catastrófica, como un disparo letal, que no necesita de más". Crédito: Paula Díaz

Las autoridades no han informado su nombre ni su nacionalidad. Sólo se supo que, un día después del accidente, había muerto, como consecuencia de los múltiples traumatismos que sufrió al caer del muro fronterizo que divide a Estados Unidos de México, en la región de Sunland, a unos kilómetros del Puerto de Santa Teresa, en Nuevo México.

El deceso ocurrió este 17 de junio, reza la agencia EFE, la única en haberlo reportado. Fractura de cráneo.

Es una historia mínima, pero catastrófica, como un disparo letal, que no necesita de más. La vida de alguien se perdió en el intento de pasar de un país a otro.

Y aunque escasamente se convirtió en una nota periodística de tres párrafos y medio, no puede uno sino lamentar que no tiene siquiera la posibilidad de enlutarse porque no conoce su nombre, ni origen, ni su edad, ni su contexto afectivo, ni su oficio. ¿Tendría familia? Hijos? ¿Lo estarían esperando de este lado de la frontera? ¿Sería alguien decente? ¿Estudiado? Con antecedentes? ¿Tendría un propósito? ¿Un sueño? Cómo puede saberse si no sabemos siquiera su nombre.

Hay una lesiva falencia que, como todos los marginados del mundo, aqueja a los inmigrantes: esa vulnerabilidad de ser invisibles, de no importar, de perder la identidad, de ser juzgado por el sentido de pertenencia de otro o por sus documentos o la ausencia de ellos. Esa candidatura involuntaria a ser considerado menos humano que el resto.

Pero en el relato de esa noticia que no parece crear grandes escándalos hay otras preguntas, cada una más inquietante que la anterior.

Una vez, en una rueda de prensa, Joe Biden, al ser interrogado por lo que haría su gobierno con los niños que emigran solos, se lo preguntó: "tenemos que estudiarlo", dijo en un tono que parecía genuino, "¿qué puede estar considerando una madre que deja ir a su hijo pequeño a cruzar en solitario la frontera?".

Y esa es solo la primera de una lista más grande: ¿qué nivel de pobreza puede tener alguien que se somete a la delincuencia organizada para ser transportado, que decide traspasar dos desiertos, afrontar el peligro de deshidratarse, o de perderse definitivamente, de arriesgar tantas veces su vida, con tal de llegar a otro país? ¿Cuál es su nivel de educación? ¿Qué tan pocas salidas le ve a su vida como para que su elección sea probar suerte y poner en riesgo su existencia consecutivas veces con tal de llegar, indocumentado y con la posbilidad de ser apresado, o de ser un indocumentado sin derechos mientras se encuentre allí?

Hay algunos que están fuera de la ley, claro está, viven del riesgo y buscan negocio en los márgenes de la vida común. Son la menor parte.

La historia de este inmigrante anónimo que cayó de nueve metros seguramente es la de tantos otros que han intentado pasar. Algunos con éxito han rehecho sus vidas, otros extrañan lo suyo para siempre y no pueden salir de las consecuencias del destierro, viviendo al margen. Mientras, muchos mueren en el intento.

¿Cómo puede ser tu vida y qué pocas opciones puedes tener como para que decidas -después de un largo trecho de camino, y con otro desierto por delante por recorrer- subir nueve metros sabiendo que bajarte será poner a prueba tu cuerpo a ver si lo resiste?

Es el mundo de cientos, miles, decenas de miles, que cruzan, o intentan cruzar, o cruzan pero no llegan, y que no tienen nombre, nacionalidad, edad, ni historia conocida. Hay un espacio al margen de la sociedad en el que los han puesto y se han puesto.

Ser invisible es un lugar de ganancias secundarias para algunos. No tiene responsabilidades sino exigencias. Pero es un infierno para la gran mayoría. Que quiere hacer algo que importe con su vida. Aunque eso tome toda clase de infortunios por sortear.

Hacernos ver. Y si morimos en el intento, al menos hablarlo, aunque solo sepamos que la causa de la muerte fue una fractura de cráneo.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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