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Desmitificar como agradecimiento

"La historia está hecha de movimientos. Los humanos se movilizan por aspiraciones o necesidad, y con ellos se llevan sus culturas, sus etnias, sus idiomas, sus religiones, sus valores, sus sentidos del gusto. No es fácil, pero los que logran sobrevivir las complejas y multidimensionales consecuencias que supone el desarraigo, se mejoran a sí mismos, sus vidas, y mejoran también a la cultura a la que llegan. La enriquecen".
Opinión
Periodista/especialista en narrativas de ficción y no ficción.
2022-06-14T07:51:55-04:00
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"Las enormes virtudes de Estados Unidos como nación es lo que hacen que este país no cese de superarse a sí mismo". Crédito: Fb. univision

Se ve en México: argentinos, españoles, guatemaltecos que se quedan y un buen día se sienten tan mexicanos como de su nacionalidad original. En España pasa muchísimo, y no sólo con latinoamericanos: para muchos europeos la forma de vivir española es un paraíso y eso les hace asumir al ex imperio castellano como país propio. Y por supuesto pasa aquí, en Estados Unidos, el país por el que más de un siglo millones han soñado con ir a sembrarse por ser la "tierra de las oportunidades". Esta es, de lejos, la nación con más inmigrantes del mundo.

La historia está hecha de movimientos. Los humanos se movilizan por aspiraciones o necesidad, y con ellos se llevan sus culturas, sus etnias, sus idiomas, sus religiones, sus valores, sus sentidos del gusto. No es fácil, pero los que logran sobrevivir las complejas y multidimensionales consecuencias que supone el desarraigo, se mejoran a sí mismos, sus vidas, y mejoran también a la cultura a la que llegan. La enriquecen. Se mezcla con esa cultura en la que se ha asentado, de cuya síntesis resultará un nuevo humano, con una cultura transformada, complejizadas sus creencias y gustos, lo que, a su vez, eventualmente, se moverá a otras tierras para repetir el ciclo, y así, el viaje humano es un loop infinito.

Es un tema en el que no aplica el viejo refrán que reza que "los mirones son de palo", para sugerir que si usted es invitado, no debe inmiscuirse en temáticas que le son ajenas.

Muchos de los que llevan años en Estados Unidos -como corresponde a cualquier inmigrante que se haya entrelazado con una nueva cultura- así como aprecian la maravillas de una sociedad en ebullición como la estadounidense, también son capaces de brindar una perspectiva de quien ha pasado por variadas geografías y contextos económicos, políticos y sociales.

Y desde esa mirada les es preciso observar algunos mitos que forman parte del universo de creencias de los estadounidenses en su mayoría, que es preciso desmontar por el bien de esta cultura. Y que para quienes tuvimos por muchos años los pies en otras tierras, resulta simplemente obvio. Por ejemplo...


  • Los sistemas de salud públicos se construyen con los impuestos de los contribuyentes, no son gratuitos, pero garantizan el acceso universal a quien lo necesite en el momento más inesperado. Funcionan en todo el mundo desarrollado, y en ningún lugar se ha mostrado evidencias de que convierta a los ciudadanos en más dependientes, menos libres, creativos o capaces de reponerse a adversidades. La civilización ha entendido que la salud es un derecho que hace la vida mejor. Y, junto a la educación (en ese sentido, Estados Unidos tiene un sistema maravilloso de acceso educativo universal a todo niño que viva en este país) hacen una gran diferencia en las oportunidades y las desigualdades. Hay numerosos y diversos modelos propuestos que señalan que el estado estadounidense gastaría en un sistema de salud público lo mismo que gasta en la actualidad en un sistema de concesiones privadas.
  • La pena de muerte prácticamente no existe en los países más avanzados del planeta, porque la justicia no es un sistema de venganzas cuyas sentencias sirven para canalizar los resentimientos de las víctimas. Desde el punto de vista sociológico, la justicia lo que hace es extraer de la vida pública a quienes dañan la vida de las mayorías. Pues la normalidad no puede establecerse mediante la moral, sino mediante los hábitos de las sociedades. Por ende, apresar es un acto preventivo para la sociedad, y las cárceles sirven, en teoría y en principio, para aislar a quienes no pueden vivir en sociedad, y para re-educar a quien sea posible. Quitarle la vida alguien no es un acto de justicia mayor, sino una decisión punitiva y moralizante, que nada tiene que ver con la justicia. No hay evidencias de que la pena de muerte disminuya el delito, los homicidios, ni las conductas delictivas.
  • Las armas no generan libertad, ni autogestión, ni poder, ni hacen mejores a los ciudadanos, ni aumentan sus oportunidades. Todo el culto icónico que se ha hecho en esta cultura sobre las armas está fundado en falacias. Creencias no comprobables. No hay evidencia alguna de que los portadores de armas tengan más dinero, sean más exitosos, defiendan mejor su vida o en algo mejore un aspecto de su existencia por tener armas. En cambio, la indiscriminada, masiva y absurda distribución de armas de puño, automáticas y semiautomáticas que hay en la población estadounidenses ha traído desde hace décadas matanzas y matanzas injustificables, que han acabado con la vida de demasiados inocentes y arruinado para siempre el destino de incontables familias. No hay tenencia de armas que no sea excepcional o con estrictos principios en ningún otro país desarrollado del planeta. No hay nada benévolo en tener armas. Las armas sólo traen muerte.

Hay otros mitos que valdría la pena deconstruir, como la representatividad del voto, la Constitución como fetiche y las enormes confusiones que hay entre la social-democracia y el fanático anticomunismo que impregna la mayoría de los estratos de este país. Pero ameritaría otro texto. U otros.
Esta sociedad, como todas, tiene taras, y lo que corresponde, como cultura que nunca deja de evolucionar, es reconocerlas, deshojarlas, encontrar sus raíces, y cumplir con los mismos propósitos por caminos distintos.

Tener lados perfectibles no desmerece a ninguna sociedad (ni señalarlos nos hace ingratos). Por el contrario, las enormes virtudes de Estados Unidos como nación es lo que hacen que este país no cese de superarse a sí mismo. Su institucionalidad, su concepción de los ciudadanos, su visión de la ley, su sentido de la innovación, su capacidad de cambio, su infraestructura, el nivel de sus profesionales, su nobleza con otras culturas, sus libertades abundantísimas -no debe haber en la historia de la humanidad un país en el que las libertades individuales estuviesen más estructuradas-.

Precisamente porque uno quiere sus luces, observa críticamente sus oscuridades. Sabiendo que aún es mucho lo que se puede conquistar. Y qué mejor que un inmigrante, en el país de los inmigrantes, para decirlo. Todos podemos y debemos hacerlo. Lejos de lucir "abusados", como dicen los mexicanos, es una forma de agradecimiento.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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