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¿Se canceló el apocalipsis de Trump?

"Lejos de producirse la 'marea roja' que pronosticaron los republicanos, encuestadores y analistas, los electores prácticamente produjeron una marea azul. Los pronósticos se equivocaron de calle porque subestimaron la madurez y la prudencia políticas de muchos votantes. Muchos expertos en encuestas y analistas ingenuamente se zamparon la propaganda republicana de que los retos de la economía serían el único o el principal motivador de los electores".
Opinión
Director de Integración de Redes y Multiplataformas y Redactor Jefe de Televisa Univision.
2022-11-14T10:22:11-05:00
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"En conjunto, el electorado corrigió, por segunda vez en dos años, el extremismo peligroso que él mismo había propiciado cuando envió a Trump a la Casa Blanca en 2016". Crédito: Win McNamee/Getty Images

Un titular de la revista alemana Der Spiegel al día siguiente de las elecciones intermedias en Estados Unidos proclamaba: “Se canceló el apocalipsis de Trump”. Es una exageración, por supuesto. El apocalipsis trumpista no se cancelará mientras continúen políticamente vigentes Donald Trump y el trumpismo. Pero no cabe duda de que, por segunda vez en dos años, la mayoría de los votantes estadounidenses salvaron nuestra democracia. Es el momento de analizar cómo y por qué.

La primera evidencia de que los electores ayudaron a preservar nuestro sistema democrático es que rechazaron a casi todos los aspirantes republicanos a secretarios de estado estatales que hicieron campaña mediante el infundio de que Trump había perdido las elecciones presidenciales de 2020 por fraude. Esto resultó clave porque esos funcionarios son precisamente los que supervisan los comicios en los estados. Un solo negacionista, Diego Morales, de Indiana, ganó su cotejo. Incluso Jim Marchant, el más estridente de los negacionistas, perdió su contienda con el demócrata Cisco Aguilar en Nevada. Marchant había organizado una banda de negadores bajo la consigna trumpista de “Estados Unidos Primero” (America First). Los demócratas creen que su objetivo era allanar el camino para un eventual triunfo amañado de Trump en 2024.

En una democracia, el poder invariablemente desgasta al presidente de turno. Es natural. Por tradición, el partido de oposición gana amplio terreno político en las elecciones de medio término, dos años después de las presidenciales. Pero esta vez sucedió lo contrario. La mayoría de los votantes comprendió que el actual Partido Republicano, dominado por un expresidente golpista, representa un peligro para nuestra convivencia democrática y nuestras libertades individuales. Por eso volvió a entregarles el Senado a los demócratas. También les otorgó por lo menos una y puede que dos gobernaciones estatales más de las que tenían; y el control de un mayor número de legislaturas estatales, incluyendo las de Michigan y Minnesota que dominaban los republicanos.

Al momento que escribo esta columna, republicanos y demócratas continúan enfrascados en una reñida lucha por la Cámara de Representantes. También eso refleja la clara tendencia antirrepublicana de la mayoría de los votantes. El GOP había pronosticado que recuperaría el control de la cámara al menos por 30 votos. Algunos de sus dirigentes hablaban incluso de 50 o 60. Pero si por fin logran la mayoría, será solo por tres, cuatro o cinco escaños. Una victoria pírrica.

Lejos de producirse la “marea roja” que pronosticaron los republicanos, encuestadores y analistas, los electores prácticamente produjeron una marea azul. Los pronósticos se equivocaron de calle porque subestimaron la madurez y la prudencia políticas de muchos votantes. Muchos expertos en encuestas y analistas ingenuamente se zamparon la propaganda republicana de que los retos de la economía serían el único o el principal motivador de los electores. Esos retos, desde luego, son reales, como bien saben nuestros bolsillos. Pero los resultados indican que a numerosos votantes les preocupaban tanto o más el negacionismo electoral, la ofensiva ultraconservadora contra la libre elección de la mujer sobre su cuerpo y sobre el aborto, la violencia de las armas de fuego y el fantasma aberrante del único gobernante golpista en la historia de la nación.

Ese fantasma, Donald Trump y su delirante movimiento trumpista, han sido acaso los mayores perdedores de las elecciones intermedias. Pero eso no significa que hayan quedado fuera de combate. Al igual que en 2016, republicanos moderados y ex facilitadores de Trump han reconocido el daño que éste le está haciendo al GOP y al conservadurismo, dos elementos esenciales para la salud de nuestro sistema democrático bipartidista.

Tal y como sucedió hace seis años, lo más probable es que Trump no dé su brazo a torcer. Se lo impedirán su narcisismo, el dinero que gana en recaudaciones de fondos manteniéndose como posible candidato presidencial y su convicción de que la mejor manera que tiene de evitar la cárcel es aspirando a la Casa Blanca otra vez.

Los votantes jóvenes, los afroamericanos y los hispanos fueron los principales responsables de los resultados de estos comicios, según datos preliminares obtenidos en sondeos realizados a boca de urna. Su importante participación les enseña a los demócratas la lección de que no pueden descuidar sus votos sin sufrir una erosión de influencia política. A los republicanos les envían el mensaje de que deberían moderar sus posturas e insistir en crear coaliciones amplias de votantes para volver gobernar.

En conjunto, el electorado corrigió, por segunda vez en dos años, el extremismo peligroso que él mismo había propiciado cuando envió a Trump a la Casa Blanca en 2016. Es prueba de que, aunque permanezca asediada, nuestra democracia ha ido desatando poco a poco las cadenas de intolerancia, radicalismo y autoritarismo que buscan entramparla.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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