Argentina-EEUU: un eje necesario para cortar los lazos latinoamericanos con Hezbolá

El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, de visita en Argentina, mantuvo una fructífera reunión con el canciller Jorge Faurie, en la que abordaron los lazos que mantienen grupos terroristas internacionales como Hezbolá –una organización yihadista libanesa patrocinada por Irán para servir a sus intereses en el Medio Oriente y en el mundo– con formaciones criminales de Latinoamérica (narcotráfico, guerrillas, secuestros, venta ilegal de armas, lavado de dinero, trata de personas…) como fuente de financiación. Hay sobradas evidencias sobre la presencia de células de Hezbolá en Latinoamérica, con los puntos de entrada centrados en países como Venezuela, Cuba, Ecuador o Nicaragua, aliados de Irán en el continente americano. Pero también está demostrado que el autodenominado “Partido de Dios” recibe apoyos financieros y logísticos por parte de asociaciones, colectivos, reconocidos empresarios y ciudadanos en general de origen libanés, que se cuentan por miles en muchos países de América Latina, simpatizantes de Hezbolá. Ya ha llegado la hora de que se lancen grandes iniciativas políticas para cortar el cordón umbilical que alimenta desde hace décadas al monstruo terrorista iraní, infiltrado hasta la médula en nuestros países. Nuestros gobiernos y nosotros mismos no podemos seguir un minuto más siendo cómplices, por acción o por omisión, de unos mecanismos criminales que dan apoyo a quienes pretenden hacernos daño desde dentro.
Por eso, la iniciativa de Tillerson y Faurie es muy positiva para la salud de nuestras democracias, y sería deseable que se sumaran más actores políticos y sociales de otros grandes países del continente, para desbaratar, de una vez por todas, el complejo entramado de apoyos a Hezbolá, y en última instancia, a Irán. Ambos altos cargos lo señalaron tras su reunión, y no podemos estar más de acuerdo: Hoy, América Latina es un territorio de paz, vivimos uno de los periodos más prósperos, con altibajos, sí, pero cada vez se están creando mejores oportunidades para los habitantes de muchos países latinoamericanos, y no podemos comprometer nuestro futuro y nuestra paz dejando que los grupos criminales y terroristas sigan campando a sus anchas.
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Nunca está de más recordar la herencia que nos deja Hezbolá. Sudamérica es una sólida base de operaciones para el grupo libanés Hezbolá, con presencia en el continente desde los años ochenta. El grupo terrorista estableció desde entonces redes financieras y logísticas, que utilizó para facilitar dos atentados en Argentina en la siguiente década. El primer ataque con bomba tuvo lugar en 1992, en la Embajada de Israel en Buenos Aires como blanco, matando a 29 personas e hiriendo a otras 242. Un segundo atentado con bomba en 1994 se desató en la Asociación Mutual Israelita Argentina (la AMIA), un centro comunitario judío en Buenos Aires, que dejó 85 muertos y más de 300 heridos. Para añadir más dolor, tuvimos que asistir en los siguientes años a operaciones de encubrimiento orquestadas desde la política y torticeros memorándums con Irán que pretendían lavar su responsabilidad.
Desde hace tiempo, Estados Unidos está embarcado en una lucha para cortar los lazos financieros y logísticos con Hezbolá. Han congelado las cuentas de individuos y entidades relacionados con el grupo terrorista, y tienen muy claro el riesgo que supone para sus ciudadanos dar oxígeno a una organización como ésta, que sólo busca hacer daño a los que considera enemigos de Irán. Así que bienvenido sea que Argentina se haya sumado a este impulso, y que sean muchos más los que se suban al tren. Hezbolá e Irán no tienen derecho a convertir nuestro futuro en una pesadilla.
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